martes, 19 de enero de 2010

MÁS ALLÁ DE LOS PROTOCOLOS

Se votaba para ocupar el sillón Presidencial y dos hermanos con definidas tendencias políticas opuestas se alistaban a participar en las elecciones y yo, con mi ingenuidad habitual, pregunté al que me inspiraba más confianza sobre el motivo de esa división tan incomprensible para mí, siendo hermanos. Y él me respondió sonriendo casi burlonamente, que entre su hermano y él no existían diferencias; que se trataba de una simple actuación, una parodia de un procedimiento diplomático, que en realidad apuntaban de diferentes maneras contra un mismo objetivo, puesto que cualquiera ganara, consagraría a ambos en el gobierno.
Hoy en Turquía se han presentado dos tendencias políticas opuestas bastante claras, una a favor de la relación con Armenia evidenciando el anhelo de Turquía de incorporarse a la Unión Europea y otra, en clara oposición a cualquier tratado con el vecino país, mientras no esté debidamente acordada la entrega en forma incondicional del enclave de Kazrabaj a Azerbaydjan.
Se me hace que Armenia se encuentra, gracias a los protocolos, en el asiento de los acusados, lugar que debían ocupar los dirigentes de Turquía. Parecería también, que se ha propuesto aceptar cualquier condicionamiento impuesto. Querrá hacer buena letra, supongo, esperanzada en procurar ayuda económica desde Europa; algo así, como darle la espalda a Rusia y lisonjear en inglés, mirando lánguidamente hacia Occidente.
Compararía la actitud de Turquía como la de Armenia con dos niñas que lloran desconsoladamente delante de un kiosco de golosinas, interesadas por impresionar al dueño de los caramelos.
Personalmente desearía fervientemente que a esta altura de los acontecimientos y las dolorosas experiencias adquiridas en esos últimos cien años, que las intencionalidades manifiestas por los jerarcas turcos, no hicieran trastabillar los diplomáticos armenios, porque con sólo remontar el pasado y recordar las bondades humanitarias de quienes condujeron el Imperio Otomano y el don de gente del Sultán Abd el Hamid, el sanguinario, de los genocidas Taleat, Enver y asociados, sería más que suficiente. El león que muestra sus colmillos no sonríe… Se me da por sospechar que entre los protocolos debe haber un gato encerrado... Turquía, jamás ofreció la mano por amor al arte…
Pienso que Armenia debería, debería… repito, reclamarle a Turquía el regreso voluntario y optativo, sin cuestionamiento de los desterrados, tanto del antiguo Reino de Guiliquia (Cilicia) como del territorio milenario armenio, contando con la debida devolución de sus derechos de ciudadanos del ex Imperio Otomano. Que los armenios de la diáspora pudiesen maniobrar libremente y adquirir bienes sobre los terruños de sus ancestros, que el gobierno de Ankara reconstruya dentro de sus dominios las iglesias armenias derruidas, sin olvidarse de colocarles la cruz en sus cúpulas y que ambos pueblos convivan en paz, sujetos a los tribunales de la Naciones Unidas.
Si esta condición no acompañara los protocolos, sería fácil interpretar que Armenia Libre e Independiente se ha olvidado deliberadamente de nosotros. Entonces, lamentaría que una vez más, cayera en la trampa de bobos.
Para la diáspora, significaría noventa y cinco años de esperanzas frustradas, noventa y cinco años nadando contra la corriente, noventa y cinco años… en la Nada.
Después de todo; es más honroso sentirse armenio en Turquía que desconocido, para Armenia.

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