martes, 4 de agosto de 2009

RAÍCES

El amor y la pasión a nuestras raíces debe ser nuestro Cristo Salvador, quien en un día no tan lejano habrá de desatarnos los nudos psicológicos que nos impiden ahuecar las alas desde hace noventa y cuatro años en que el genocidio aniquiló a nuestra familia sobre sus terruños, en que se debilitaron nuestras fortalezas debido a que algunos de nuestros más confiables dirigentes se vendieron al enemigo. Por supuesto no fue a traición; no. Creyeron obrar en bien de nuestra comunidad y erraron. Es posible que hayan jugado a todo o nada y perdieron la apuesta. Fue cuando se nos ocurrió que había llegado el momento de nuestra liberación definitiva. La pasión colectiva ya se había alterado y fue ella la que nos jugó una mala pasada permitiéndonos atropellar a destiempo. Alguien desde afuera diría: “Sí”, pero ¿hasta cuándo se soporta una tiranía? ¿Hasta cuándo aguantaría un pueblo sometido? ¿Alguien sabría explicarme por qué Abd el Hamid, el Sultán Rojo, mandó a asesinar trescientos mil armenios? No, ¿verdad? Que yo sepa, la naturaleza, del mismo modo que la intuición humana, advierten de lo que llegaría a dolernos si no tomamos los recaudos necesarios. Las mismas revoluciones sociales se elaboran pacientemente, metódicamente y sin revoltosos que inciten a la violencia y hagan escapar la presa. Son en definitiva quienes motivan los fracasos. Después de todo, no soy quien para juzgar sobre el tiempo transcurrido la conducta de nuestros abuelos, pero mi visión es bien clara y es, la de medir las posibilidades de cada probable error y seguir evaluando eventuales posibles errores, en secreto y a puerta cerrada, antes de dirigir la mirada hacia el horizonte.
Hoy estamos como para ponernos todos a idear una salida a nuestra liberación del extranjerismo. No se confundan; no crean que me equivoco, o bien divago basándome en el reconocimiento de Turquía por el genocidio, pensando en la debida suculenta indemnización que nos llegaría a tocar, o cuando recreo la frase en forma reiterada: “Volver a casa”. Ahora, si el objetivo de la diáspora es la de mentirse y jugar a la cuerda floja tan sólo tras el reconocimientos formal de Turquía al genocidio pensando en el dinero que le tocaría; lo lamentaría mucho. Si bien implica una suma millonaria es, y vuelo a decir: sería una actitud indecente, indigna y una traición de nuestra parte a la memoria de nuestros abuelos, amén de un final sin gloria de nuestra armenidad en el exilio; habremos hecho de ella un mercado persa. Si nuestra vocación se limita en nuestra ambición por el dinero, pues renuncio a mis sentimientos como armenio. Mi afan es precisamente la de evitar el desvanecimiento de nuestro espíritu de lucha. Que la Armenia, Pequeña Aldea, Libre e Independiente que hoy se debate en su propia salsa, procure ella misma su propio Cristo Salvador. Nosotros, huérfanos del genocidio, hijos y nietos de los desterrados sobrevivientes, tenemos otras tareas que cumplir y además, resolver dudas y mitigar traumas generacionales. Tenemos que mantener la memoria activa si es que deseamos lograr objetivos en bien de todos nosotros y no ponernos a cacarear cada cual desde su refugio exhibiendo en la narices de los demás que espían sigilosamente desde la vereda de enfrente, abultadas billeteras, amén de amuradas chapitas de bronce con nombre y apellido.
Hoy lo armenio deja de ser un lamento, una película lacrimógena, una angustia imborrable. El tema es, si deseamos avanzar en esa aventura de recuperar nuestras raíces o seguir persiguiendo un Arco Iris esquivo, por otros cien años de letargo. Si la idea fuese favorable aunque no fuese en forma unánime, entonces tomados de la mano, trazaremos el camino de nuestro regreso a casa. Pero antes, sería convenientes familiarizarnos con algunas condiciones innatas que, sin querer, hemos marginado: solidaridad, hermandad, fidelidad, transparencia, comprensión, humildad y honestidad, todas ellas deberían regir en nuestros actos como un lema, de aquí en más.
Somos, si se quiere, los pájaros diseminados por el mundo de un árbol abatido que debemos mantener y sostener en pie en nuestra memoria, regarlo con nuestras ilusiones y esperanzas, día tras día, hasta recuperar la Tierra Prometida: Nuestra Tierra Madre Ancestral: Nuestro Paraíso Terrenal; la Patria de nuestros ancestros. Pero antes, debemos destrabar las mentes atrancadas de muchos de nuestros hermanos en un pasado nefasto.

7/Julio/2009

lunes, 13 de julio de 2009

EL HOMBRE DE LA BOLSA

El dinero -que yo sepa- nunca resolvió en forma definitiva y permanente los problemas de fondo, no hizo más que postergar las necesidades y desplazarlas a otro plano, hasta nuevo aviso. Un proverbio chino dice: “No des pescado al pobre; enséñale a pescar”. ¿Alguien podría confirmarme si el dinero llevado a Armenia por los numerosos donantes durante el último terremoto que azotó el territorio armenio, cumplió con su objetivo y no fue derivado a las arcas de los privilegiados, vinculados con la mafia urbana? ¿Qué les sucede a nuestra Armenia, tan lejana y tan cercana al corazón? ¿Quedó acaso malherida por el virus del capitalismo? Sabemos que en las venas de los turcos corre sangre nuestra y entre los de Armenia ¿qué clase de RH haría falta para depurar de una vez por todas, sus desencuentros? No me figuro qué imagen rescatarían de nosotros, huérfanos de las diásporas; tal vez crean que vivimos en una burbuja rodeados de palacios, pana colorada y cúpulas de oro. ¿Tendrán acaso alguna idea de cómo fuimos arrancándole a la adversidad migaja tras migaja hasta alcanzar el pan nuestro de cada día? ¿Creerán que somos los más malos que había en los territorios armenios occidentales y por ello fuimos masacrados? Creerán quizá, que ambicionamos adueñarnos de su país, vaya a saber… En algunas naciones africanas donde los negros fueron extraídos de sus aldeas, reducidos a rebaños y conducidos como esclavos al Continente Americano, eran supuestamente los más malos de África. Con el tema “Armenia”, más de una vez hemos sido engañados vilmente en nuestra buena fe por mercaderes de aguas turbias, porque Armenia, para todos nosotros, sigue siendo un símbolo de fe, de honestidad y corrección; Armenia por sí sola es Palabra Mayor. Nos han vendido buzones y habladurías baratas, del mismo modo que los fariseos de todos los tiempos, y eran armenios. No quisiera involucrar a Armenia con lo ocurrido, pero es más fuerte que yo, en ella todo se entremezcla, lo bueno y lo malo; sus obras, incluso la conducta de sus fariseos, son preponderantes en nuestra memoria. Armenia nos está arrojando nuestra fantasía, que hemos acunado tanto tiempo, al desperdicio. Siendo tan pequeña y poseyendo un elemento humano que ha dado pruebas de su gran intelecto, talento y capacidad creativa durante la época soviética, debería estar –pienso yo- entre los mejores del mundo, a la par de Suiza y Suecia y sin embargo… sigue debatiéndose en la nada. Debía haber sabido erradicar definitivamente la pobreza de su territorio, aprovechar el valor humano de su población, en vez de echar al abandono gran parte de ella. De que haya pobres en el resto del mundo, aunque me duela reconocerlo y supiera cómo resolverlo, lo comprendería, pero que el espectro del hambre y la esclavitud sistemática formen parte de la Armenia actual: República Libre e Independiente, eso sí que no lo digiero. Habiéndome enterado de ello, me produce angustia, exasperación, tanto… como que no sabría tolerarlas, ni qué pensar de quienes allí, en esa amada Tierra Madre, manejan la batuta y yerran la sinfonía.

PERDIDO, EN UN MUNDO PERDIDO

¿Cómo es que otros países que pertenecieron al círculo del Imperio Otomano Mongoloide se liberaron y volvieron a adquirir su fisonomía anterior y no ocurrió lo mismo con nuestra Haiastán Occidental?
Tengo entendido que Armenia, la Histórica, conformaba una Nación desde las épocas Urartianas, luego fue dividida en Reinos y Principescos y aún así, permaneció siendo una Nación, no un grupo de individuos de una minoría a merced de los forajidos y los lobos, como algunos la tratan de pintar.
Me pregunto, el Imperio Otomano Mongoloide que logró abarcar con su incultura casi toda África del Norte, Arabia y muchos países europeos cercanos a ella, las mismas lograron expulsarlo y Armenia no. ¿Qué y cuál fue el motivo? ¿Acaso nuestros hermanos se sintieron amparados? ¿Tuvieron miedo? Si Rusia no hubiera intervenido en el destino de la pequeña aldea; no hubiera estado defendiendo las espaldas de Yerevan, Armenia Oriental, hoy conocida por Armenia, Libre e Independiente, habría sucumbido al igual que su hermana mayor, la Occidental, lo mismo que Bizancio y la Armenia feudal, cuyo Rey de nombre Rosignan de origen francés, enterrado en París, lleva un epitafio que lo señala como el último Rey de Armenia. ¿En qué hemos pecado? ¿En nuestra naturaleza revoltosa acaso, en la elección de nuestra fe religiosa, en nuestra confianza desmedida en las acogedoras sonrisas de Occidente o en el error de no saber evaluar la intensión de los adversarios? ¿No conocíamos acaso quiénes eran los turcos mongoloides, de dónde procedían y qué clase de langostas eran? Porque quien pierde, algo de culpa tiene… digo… todavía no me es claro qué tengo que hacer aquí colgado en un rincón del mundo, tan lejos de mis Tierras Ancestrales… Alguien, alguien debe cargar con esa culpa y no atribuirla al destino, como queriendo imitar a aquél que en su oportunidad se lavó las manos. Si viene al caso, yo también sería parte de esa culpa, aunque no sepa en qué proporción hereditaria. Tal vez por haberme quedado a las expectativas, especulando con que otros resolverían mis problemas o porque gasté mis mejores años desinteresado en mis raíces, entretenido en veleidades mundanas, disfrutando de mis primaveras y de las manzanas del Edén. Mis familiares han muerto asesinados, mis padres fueron huérfanos, por consiguiente, como tantos de nuestros hermanos, fueron poco ilustrados. Conocían apenas o casi nada de su historia, salvo que Armenia no existía más, que Armenia fue el primer país cristiano oficialmente conocido, que Mateo y Bartolomé discípulos de Jesús, predicaron el cristianismo en Armenia, que el Ararat es la Montaña Sacra de la Armenidad y, que Turquía perpetró un genocidio donde fueron masacrados un millón y medio de hermanos nuestros y aquí se les acababa la tinta. El resto del repertorio consistía en ideas salpicadas que no hacían hincapié en nada, más bien servían para confundirlos aún más de lo que estaban; con que los kurdos, con que los gitanos, con que Taleat y el Sultán rojo… Urmía…, Van y el Sevan, y el Mar del Norte, y los Jach Kar… y Aní, con sus mil iglesias y la recordada y abultad fortuna en oro de los abuelos, empotrados en un rincón del sótano del establo, en Diarbekir, su ciudad natal. Y esto era todo… ¿Qué éramos, qué somos, quiénes somos y qué seremos, sin planes ni objetivos que adornen el futuro de nuestra amenidad de las diásporas? ¿Es acaso lo nuestro una mera fantasía…? Ese, es mi gran dilema como hijo de huérfanos, perdido en un mundo perdido. ¿Es acaso suficiente vociferar a los cuatro vientos comentando nuestra tragedia, ideando parodias que a nadie le interesa o, ponerse a trabajar, tratar de hallarle urgente solución a nuestro futuro incierto ante que fuese demasiado tarde?
La décima parte de Haiastán rescatada, gracias a Rusia, nos demostró que con el régimen soviético, Armenia, la de mis hermanos orientales, fue capaz de enderezar su columna dorsal por si sola y hoy, con una Armenia capitalista, jugando a la ruleta rusa entre Dios y el Diablo, Libre e Independiente, está arrojando a la deriva todos los logros obtenidos, los adelantos, la cultura y la conducta solidaria tradicional de nuestro pueblo, de la que nos enorgullecía y nos daba aliento de sentirnos armenios… ¿En qué estamos fallando? Perdón. A veces me desborda la pasión… Vuelvo a lo nuestro: ¿En qué están deliberadamente fallando los Jerarcas Mandamases de la lejana décima parte de Haiastán, de Nuestra Tierra Madre? O, ¿es que nuestra historia se repite como ha sido siempre: una reiteración de errores, de traiciones; siglos y siglos de no saber sostener la cabeza sobre los hombros, por el imaginario peso excesivo de los propios cerebros?


4/Julio/2009

AYER: COMIENZO DE UN PUNTO FINAL

Si no me equivoco descaradamente, Armenia es Patria de sus propios habitantes. Para los de las diásporas, Armenia, pequeña aldea, tan sólo representa el reflejo de las vicisitudes, los sudores y las lágrimas de un pasado nefasto, por ende, les corresponde dedicarle los más genuinos sentimientos y el respeto de una Madre Tierra. Los de raíces armenias, huérfanos del genocidio perpetrado por Turquía, originarios de Armenia Milenaria ya se han ganado el derecho de una patria en el exilio, poseen su correspondiente documentación que los acredita y reconoce como ciudadanos de tal o cual nación. Si Armenia hubiese tenido reales intereses en nosotros, pienso que lo habría manifestado de algún modo, habría, por lo menos, tratado de agruparnos, de acapararnos moral y espiritualmente, no en su ceno, sino, jugando con nuestras ilusiones, sensibilidades y esperanzas, otorgándonos una suerte de tarjeta identificatoria reconociéndonos como miembros de la comunidad armenia mundial. Mas la actitud de Armenia, Libre e Independiente es demasiado clara: sólo le interesa las divisas que podríamos destinarle y después nada… Cada cual a su casa.
Se me hace que ha llegado el momento de pensar en nosotros seriamente y de planear nuestro futuro, saber qué queremos, qué nos separa y hacia dónde nos dirigimos en ese sonambulismo errante. Con Turquía tuvimos tratados y pactos con palabras de honor que jamás fueron respetados, tal vez hoy, serían propicios otros pactos y otros tratados. No nos olvidemos que Turquía sangra por integrase a la UE y esto habría de otorgarnos un comodín ante la opinión del mundo occidental. Turquía está en desacuerdo en compartir su destino con comunidades cristianas y con ello, tendríamos más argumentos a favor y un par de ases en la manga. Por consiguiente, nuestro enfoque debe estar centrado y dirigido contra Turquía. Debemos saber acorralarla diplomáticamente; no hacernos cargo desgastándonos en bien de la pequeña Aldea Armenia, Libre e Independiente, virtual propiedad de tres o cuatro acaudalados capitalistas feudales presidenciales que se disputan el trono y el Arca de Noe. Sin amenazas ni prepotencias, pero haciéndoles entender a nuestros verdugos que fallaron en su intento de borrar del mapa a los armenios. Recordándoles que la armenidad se ha multiplicado, se ha fortalecido y reclama sus derechos. Tal vez por esta puerta se nos de alguna luz amarilla, la posibilidad de un entendimiento con Turquía, puesta en un encrucijada. Con la devolución de la mitad de los territorios de Armenia Milenaria, usurpados y abandonados a la buena de Dios, incluyendo Ararat, nuestra montaña sacra, podría ser un acuerdo conveniente para ambos sectores y nuestros reclamos quedarían, no satisfechos, pero cancelados.
Por otro lado, la memoria del millón y medio de nuestros hermanos mártires de la intolerancia racial religiosa y los treinta mil jóvenes armenios asesinados en Artzag serviría para que obremos con cautela. Tenemos que tomar en cuenta que el pasado estuvo repleto de errores, de odios y de incoherentes que el fanatismo fundamentalista fue el causante de nuestra desgracia.
Si se nos diera la oportunidad de negociar y recuperar la parte central de nuestra Armenia histórica, iniciaremos junto a los turcos una vecindad que no se tuvo jamás. Turquía tendría su premio de pertenecer a la UE y nosotros, de realizarnos como Nación con una nueva era Armenia. La fortuna adquirida, no sin esfuerzo, por las diásporas volvería a sus fuentes para reedificar el pasado, hoy echado al abandono.
No dejemos que el tiempo nos venza y oxide nuestras voluntades. Hoy es el día de darnos la mano y de comenzar a planear nuestro regreso a casa. Asdvatz Menz-e. Inteligencia y Perseverancia…


29/Junio/2009

LIBRE E INDEPENDIENTE

NO nos engañemos: Armenia, hoy República Libre e Independiente, no resucitó de entre los muertos por arte de magia. Estuvo siempre colgada de una cuerda floja haciendo exhibiciones de malabarismo. Quienes hemos resucitado de las cenizas del ayer somos nosotros, los de las diásporas, huérfanos de la Armenia Milenaria, de Haiastán Occidental, usurpada por Turquía. Somos quienes hemos sufrido lo indeci ble en carne propia con el primer genocidio de la era moderna en manos de los turcos.
Los turistas que visitan Armenia, hoy República Libre e Independiente son, en su gran mayoría, hijos de los huérfanos de Haiastan Occidental. Si al pisar su suelo se engolosinan con ella es porque han trasladado con ellos infinidades de sueños frustrados de sus padres y abuelos, llevan sus sentimientos a flor de piel y con tantas emociones acumuladas se les nubla la razón y se enamoran, y es cuando perciben sólo aquello de su agrado. Se encuentran con tradiciones y costumbres que le son familiares; escuchan un habla parecido al de ellos que les suena dulce y son rodeados de fisonomías que se asemejan a ellos. Es una sensación de volver a las Atlántidas. Como que luego de un gran diluvio que abarcó Asia Menor, un Arca de Noe pudo salvarse quedándose encallado entre arrecifes al Este del Ararat, donde pudieron salvarse todos sus integrantes. Si no fuera por la etapa soviética que la población de Armenia adquirió cultura, importancia y resonancia internacional, Armenia República Libre e Independiente estaría tan perdida en el mapa como lo es Diarbekir para mí, como lo fue para mis padres. Yerevan no es Haiastán con sus habitantes que aún resisten el embate de sus dirigentes a todo o nada. Armenia es también sus aldeas y el agudo y lamentable contraste existente entre sus clases sociales comparada con la opulencia hiriente, expuesta en la Ciudad Capital. Hay miles de maneras de cometer holocausto. Por ejemplo: quitándoles los bienes a sus habitantes, sea por Razones de Estado, legales o ilegales, expropiando su cultura y lanzándolos a la deriva, amén de no tenerle consideración a las generaciones futuras.
Algunos de mis hermanos habrán de reprocharme con que difundo observaciones sin haber conocido de cerca a Armenia, República Libre e Independiente y yo, a esos parientes lejanos les diría: gracias a que no he tenido la fortuna, ni el honor de pisar el suelo de Armenia, estaría perdiendo valiosos detalles que bien podrían enlodar aún más mis conceptos.
Por supuesto, Armenia, República Libre e Independiente, nunca se mosquearía por un individuo como yo, siendo huérfano de los sobrevivientes de Haiastan Occidental, a menos, claro está, que pertenezca a las elites de los adinerados, a quienes se les puede introducir las manos patrióticamente en los bolsillos y extraer billetes. Pensaría tal vez que represento a otra Armenia y es cierto. Formo parte de una vasta Armenia en el exilio que no figura en los mapas tradicionales, pero que día a día la irrigo como una planta en mi corazón; una Armenia carente de mezquindades, de intereses personales y falso patriotismo. Una Armenia con la que hemos de vislumbrar, Dios mediante, al mundo entero en un futuro abstracto. Seguramente no habré de estar con mi cuerpo presente, pero he de permanecer en vigilia con mi alma, pujando desde la eternidad por la realización de mi sueño. Millones de años atrás la corteza terrestre se partió en cinco continentes, las naciones fueron alineándose en un tablero nuevo y así volverá a suceder. Tarde o temprano, mi Haiastán habrá de acomodarse sobre sus antiguos terruños. De eso estoy seguro. Tiempo al tiempo. Si del Imperio Otomán quedó hecha una república, no es de extrañar que Haiastán vuelva a florecer.
Hoy comprometo mi grano de arena para que junto a otros granos de arena podamos defendernos de los diluvio de la intolerancia, que no nos lleven más por delante y nos pasen por encima.
Aunque yo no esté para expresar lo que siento, mi Armenia, la de mis ilusiones, la de mis padres, huérfanos de la milenaria Haiastan, será siempre inmortal.


15/Junio/2009

APUNTEN SOBRE YEREVAN

Dicen que en Yerevan, Capital de la República Libre e Independiente, se están edificando torres de un costo elevadísimos y que además distorsionan la tradicional fisonomía de esa histórica ciudad. Edificios que acusan valores tan prohibitivos como exorbitantes, que escapan a las posibilidades de la mayoría habitantes de la región. Los valientes Señores, dirigentes de la pequeña República, Libre e Independiente, nunca escatimaron esfuerzos para estirar la manga, pidiendo socorro a los cuatro vientos donde hubiesen armenios sobrevivientes del genocidio. Motivos, no les faltó nunca, por supuesto. Les resultaba simple, casi infantil jugar con los sentimientos de los huérfanos, hijos de las diásporas. Estuvieron tomándoles el pelo desde la desaparición de la Unión Soviética. ¿Cómo es que de improviso y como por arte de magia apareció, esa superopulencia, esos autos fantásticos y lujosos; la proliferación de casinos y los innumerables hoteles de innumerables estrellas…? No sé, pero se me hace que detrás de todo ese despilfarro de dinero fantasma, de esa alevosa aparatosidad, existe un misterioso Papá Noel de traje y corbata, con una cartera de cuero de cocodrilo, que encierra un plan previamente gestado e ideado en favor de Turquía. Da que sospechar que con el supuesto proyecto de la abertura de fronteras entre Armenia y Turquía, los turcos serían bienvenidos en Armenia, accederían en masa a adquirir esas mismas propiedades, esos suntuosos edificios con el oro robado a nosotros, los armenios occidentales, huérfanos de las diásporas y ya tendrían legalidad absoluta de establecerse a sus anchas, sin siquiera tener necesidad de degollar más armenios. Paulatinamente, Yerevan se convertiría en un bonito prostíbulo con prestigio internacional y un centro de diversión para los descendientes de nuestros verdugos, parecido a lo que fue Cuba para los estadounidenses en la época de Batista, antes de la Revolución. Sobre el terreno se verá, contaminado el habla y el Panturquismo habrá finalmente triunfado sobre las cenizas del ayer. ¿Y nosotros…: los huérfanos de las diásporas? Bien, gracias… ni siquiera contaríamos, con una madre substituta que se preocupe mínimamente por nosotros. ¿Hemos estado colaborando tantos años con nuestros jugosos aportes a Armenia para quedar ignorados? Cristianamente hablando: ¿nosotros, qué somos: los marginados de la armenidad? ¿Somos acaso pájaros que carecen de alas que ni siquiera nos corresponde alguna identificación, más que los propios apellidos, ciertos rasgos característicos y una esperanza fallida? ¿Será que nosotros, los de las diásporas no representamos nada para Armenia? Se me hace que no somos más que un cofre de caudales disponibles para colaborar con los mafiosos y corruptos que nunca faltan ¡Gracias a Dios!, incluso en Armenia, República Libre e Independiente. Ellos, son los Amos y Señores de las circunstancias, los de la tradicional Nobleza Armenia: individuos pasionales contaminados por impías ideologías capitalistas. Son quienes lanzaron patrióticamente a la deriva a miles de sus hermanos para apoderarse de sus bienes. Yo le preguntaría al ciudadano común, si se encuentra feliz protegiendo las tierras de sus ancestros, siendo controlado por un puñado de mercaderes de aguas turbias y vende patrias. No por nada, quien posee los medios suficientes, huye, sea a Rusia o a cualquier parte del mundo. Porque esa es la consigna de La Nobleza Nacional armenia, el plan de los poderosos traficantes de turno. Yo, como tantos descendientes de los sobrevivientes del genocidio, vuelta y vuelta elevo mis pensamientos hacia la lejana Armenia, Libre e Independiente y mi corazón se estremece, se llena de una cierta nostalgia desconcertante, matizada con impotencias, broncas e incertidumbres, y cuando me reencuentro conmigo mismo, mis añoranzas patinan sobre quienes fuimos, de donde venimos y hacia dónde nos dirigimos en este desierto de mentalidades; si es que nos queda un lugar donde depositar nuestras sueños y donde abandonar nuestras sombras. Cuando pienso profundamente en mis raíces, es como que la diminuta República Armenia se eclipsa y desaparece y yo quedo como inmerecidamente inmerso en el anonimato.

10/Junio/2009

HOJA DE RUTA

¿Qué clase de Hoja de Ruta pudiese haber a esta altura del partido? ¿Será un simulacro de ternura, de nobleza del que usurpara nuestros terruños, fuera nuestro verdugo, el lobo impune que quedó con ganas de devorar por entero al cordero herido que se debatió con uñas y dientes para no morir…? Turquía no ha podido, que yo sepa, derrotar con su poderío militar y el asesoramiento alemán a nuestra Armenia Oriental mientras la misma se debatía entre la vida y la muerte y hoy, supone, esgrimiendo otra estrategia de engaños más sofisticados, otra de sus infinitas maniobras y artimañas traidoras, le sería fácil completar su hazaña de acabar de una vez por todas con la armenidad y, con ello borrar su crimen de lesa humanidad, habiendo masacrado, noventa años atrás, un millón y medio de criaturas humanas indefensas sobre sus terruños milenarios.
Hoy Turquía vestida a la europea se presenta en los foros internacionales con una sonrisa acogedora en los labios; sonrisa que simula honestidad. Los amos de Turquía y del Imperio Otomán también solían explotar similares sonrisas mientras sin piedad ni contemplación alguna, degollaban armenios, robaban sus bienes y los despojaban de sus pertenencias. Comprometían a diario su palabra de honor en nombre de Alá de la boca para afuera. Prometían: Hermandad e Igualdad mientras que por debajo de la mesa planeaban una limpieza étnica contra la minoría armenia. Ya los conocemos bien. Hemos aprendido la lección.
Turquía sin la menor duda está nuevamente tramando algo sucio, como de costumbre. Nosotros los descendientes de los sobrevivientes lo percibimos claramente, es como una densa nebulosa que impregna nuestra atmósfera. Turquía maniobra sigilosamente, cautelosamente y en silencio, estudia el modo de asestar el golpe de gracia a la pequeña Armenia que se le escapó de las manos y con ello, limpiar definitivamente su conciencia de culpa y cargo. Han muerto un millón y medio de hermanos nuestros por confiar cristianamente en las promesas de los jerarcas turcos. Los armenios aprendimos a memorizar. Tenemos presentes en carne propia el fanatismo exasperado del pueblo turco, descendiente de las hordas salvajes mongoloides y tártaras. La Hoja de Ruta no es otra que una inocente trampa para bobos, unos colmillos ocultos tras una cortina de humo. La República Armenia -según pienso- no debería dar el brazo a torcer, ni avanzar un paso, sin estar acompañada por quien siempre estuvo al lado en las buenas y en las malas. Con diplomacia equitativa, Armenia, representando a todos sus hijos desparramados por el mundo, posee –si no me equivoco- numerosos reclamos que formular antes de acceder a firmar un pacto. El más urgente y no menos importante es el reconocimiento amplio y formal del genocidio perpetrado contra la comunidad armenia occidental, siendo ciudadanos del Imperio Otomán. Luego exponer los demás reclamos sobre la mesa, que no son pocos. ¿Turquía quiere paz? ¿Armenia quiere frontera abierta? Pues bien; que Turquía le de paso al mar por Trebizonda y le devuelva Kars y Ardahan y a partir de allí tendrá una sólida vecindad sobre las bases de la supuesta Hoja de Ruta. No nos olvidemos del Ararat. (Nuestra Montaña Sacra)¡Por Dios! Y todas las reliquias religiosas que aún perduran sobre el territorio que representó en el pasado la gloria histórica del pueblo armenio.
Turquía tiende la mano a fin de engañar y engolosinar a Armenia y con ello, resolver dos de sus mayores obsesiones que guarda entre cejas. Pertenecer a la Unión Europea y poner en jaque a la pequeña república con la que se atragantó en el pasado. Así, iniciar un capítulo de su historial con mayor prosperidad y tranquilidad y que nadie le vaya a golpear las Puertas de Santa Sofía o la del Top Kepí, reclamándole ponerse al día con deudas atrasadas de su conducta nefasta.
Deberíamos tomar en cuenta aquello de: quien miente una vez, mentirá otra vez. Quien traiciona una vez, traicionará una y mil veces. Turquía es capaz de cometer todas las tramoyas con tal de blanquear su pasado y nosotros… nosotros lo sabemos.


4/Junio/2009

OTRO ASESINATO MÁS

Una señora, dolorida por los acontecimientos de Karabaj, me mandó una nota reprobándome el haber tildado a los turcos y a los azeríes de hermanos. Es comprensible; los azerbaydjanos habían devuelto el cadáver de un joven armenio en un trueque de prisioneros a cambio de tres soldados azerbaydjanos vivos. Mientras los familiares velaban al joven armenio, el cuerpo estalló en mil pedazos, el cadáver contenía una bomba que al explotar, hirió y mató a otras treinta personas.
Se cuenta que Kaín mato a Abel por envidia y eran hermanos. Todos los seres humanos son hermanos en teoría. Los hay evolucionados que aprendieron a valorar y respetar la vida ajena y están los eternos incultos, los primitivos, los tradicionales energúmenos, los psicópatas, los fanatizados de ideas infrahumanas; ignorantes en busca de glorias absurdas. Están errados y no lo saben. No lo saben, porque su conciencia no ha sido pulida, no ha sido encaminada en el bien. Los turcos y los azeríes pertenecen a esa casta de burdos ignorantes sanguinarios, lo mismo que sus ancestros y no obstante eso, no quita de que sean seres humanos, de bajas calañas, pero seres humanos, por consecuencia y por desgracia: sean hermanos. Hermanos, que deshonran a la humanidad pensante.

Si ahondáramos en el tema, nos encontraríamos con que detrás de todo aquello persisten ideas que llevan a tales o cuales aventureros a expresarse contrariamente a lo que debería imperar en una sociedad normal. Claro que lo lamento y ¡Por Dios! No estoy haciendo apología al crimen, ni a la falta de educación o a las conductas erróneas. Sí que me duele, pero no puedo impedir que ciertos hermanos de mentalidad retrógrada comulguen con el crimen; para colmo, se enorgullezcan de él. No retrocedamos demasiado lejos, cincuenta o cien años a lo sumo serían suficientes para observar cómo los grupos de unos agredían los grupos de otros con machetes, espadas, cuchillos, piedras y palos de amasar. Matar era su consigna heroica. Con ello defendían su dignidad, su supuesto honor y liberaban sus instintos salvajes. Muchos somos quienes entendemos que matar aquel de la vereda de enfrente no es orgullo para nadie, salvo para los incultos y los de poca frente. La falta de educación, la pobreza mental, la poca sensibilidad y la pobreza moral son defectos humanos generacionales de que todavía no es posible erradicar definitivamente.

A pesar de la angustia que nos deprime ante casos puntuales y tragedias, similares a la de esa señora, el mundo está escalando peldaños tras peldaños hacia el razonamiento global que ha de preservarlo de la ignorancia innata. Las religiones, los partidos políticos no son más que ideas que han fallado en gran medida, no obstante su sana intencionalidad. Han fallado, porque el ser humano es aún inmaduro y su inmadurez lo zarandea y lo tiene a mal traer. El hombre no está preparado para desprenderse de sus dogmas y caprichos, cree con inventarse un adversario le hace subir de cotización entre sus semejantes bípedos y tornarlo apoderado de la razón. Se ilusiona con que eliminar a un enemigo le abre las puertas del Paraíso, cuando en realidad no hace más que liberar sus debilidades y exponer sus mezquindades. Es triste pensar que si fuéramos caníbales seríamos menos asesinos y más humanos, ya que no nos mataríamos por el simple goce de matar. En realidad matar a un ser humano es como matar en él a la posible resurrección de la creación misma, es, en cierto modo, aniquilar en él a la futura humanidad. El asesino por supuesto ignora el daño que acomete contra los demás, caso contrario lo meditaría. Sabemos que el hombre es un animal de distintas clases de evolución y razonamiento. Los hay primitivos, aunque lleven corbata, luzcan camisa blanca y vistan traje; son individuos que reaccionan desde su instinto salvaje, no son precisamente quienes se manejan con sensibilidad, susceptibilidad, razonamiento y respeto de la vida ajena. Quien honra al de la vereda de enfrente está sin lugar a dudas honrando asimismo sus raíces humanas y quien acomete contra alguien, sin percatarlo, lo está acometiendo también contra sí mismo. No sé, se me hace que cuando el hombre yerra su camino lo ha de condenar alguna Justicia Divina, porque no es lógico que el ser humano haga y deshaga de las vidas humanas a gusto y placer sin que tenga que rendir cuentas en el supuesto más allá, un castigo que habría de dolerle en el alma.

CAUSALIDADES PATRIAS

Me preguntaría si formamos, más allá de una nutrida diáspora, una nación propia en el exilio; un sueño sin representatividad, de variadas mentalidades, sin unidad; un país en el abandono, un país de orgullosos y desorientados, de metas infundadas: confundidas, de rebeldes impotencias, de recuerdos que asombran y estremecen, de raíces arrancadas, desperdiciadas, de un millón de dudas y vacilaciones, sostenidas al filo de un tal vez sin fundamento en el vaivén de un ateísmo indiferente puramente cristiano, sumidos entre el perdón y el odio que tampoco es odio, ni siquiera resignación; la de no saber quien es quien de mis hermanos, en dónde quedó el lenguaje místico de nuestros ancestros, quienes allá y a lo lejos intercambiaron filosofía y cultura por migajas de luna. No saber quienes somos en realidad y a qué trapo de colores pertenecer y quienes alzarían mañana nuestras cruces y nuestras falencias generacionales al hombro y se harán cargo de nuestras conciencias averiadas, aquellos que nunca sabrán que fuimos pensadores de la nada, perdidos en la inmensidad del tiempo y de la historia que todo lo devora. Igual que ellos… desorientados, igual que ellos, impetuosos y rebeldes ignorados, ¡genios!... igual que ellos… zarandeados por el destino en una cuerda floja que no cede, en un principio sin retorno, repletos de miedos y corajes… igual que ellos.
¿Seríamos acaso nosotros quienes les prestaríamos nuestros pareceres para que las jueguen a la vuelta del destino? ¿Nos tocaría a nosotros, los errados legendarios, quienes no hemos sabido derribar las puertas paradisíacas de las Futuras Eternidades en nuestro sonambulismo y no haber atravesado el arco iris de la memoria?
Me preguntaría si en realidad somos aquello que creemos ser, lo que los demás creen que somos o si en verdad formamos parte de lo que somos. Porque dudo de que seamos aquello que decimos que somos, siendo dueños de una nación en la pasión de una ficción, sin base aunque repletas de estandartes que no flamean más que en nuestra fantasía.


25/Mayo/2009

HACER PATRIA

Es, desde ya, demasiada nobleza que los huérfanos, expatriados, hijos y nietos de los sobrevivientes en las diásporas, refugiados en todos los rincones de la Tierra, tengan que salir a socorrer a Armenia, Libre e Independiente, aportando el fruto de sus esfuerzos y sacrificios a duras penas conseguidos, a fin de remediar las infinitas necesidades crónicas de nuestros hermanos de la Madre Tierra. Lo que me asombra es, que nosotros, quienes más quienes menos, hemos sabido levantar cabeza, cargar con nuestra pesada cruz al hombro, comparado con los hermanos de Armenia, quienes durante diferentes regímenes políticos no han sabido superar sus apremiantes necesidades, pese a la ayuda y los créditos que les estuvo otorgando y todavía les conceden tanto Rusia como los Estados Unidos y por supuesto, la sensible comunidad de las diásporas con el “Fondo Armenio”.¿Qué ocurrió con su industria durante el régimen soviético y en qué quedaron sus engranajes? ¿Qué hay de la mafia urbana, los vende patrias, que nadie nombra; quienes frenan la incorporación de nuevas ideas y proyectos progresistas si no le correspondan como participación la parte del león? ¡Hacer Patria…! Parecería que a Armenia le interesa solamente la llegada del turismo y la limosna de los voluntarios para emparchar sus necesidades. Total, esos señores de los que nadie habla, cuentan con la sensibilidad y el generoso aporte incondicional de los huérfanos de las diásporas, engolosinados por conocer Yerevan y con ello, regresar felices y contentos a sus respectivos países como que hubiesen sido bendecidos con las aguas milagrosas del Paraíso Terrenal. Esos señores de la mafia urbana, quienes no hace mucho tildaban despectivamente a los de las diásporas de “Ajpar”, hoy lisonjean, aceptando a que los “Ajpar” remedien sus aberraciones y soporten resignados y con hidalguía y el consecuente machismo oportunista tradicional de sus dirigentes.
Hoy se nos presenta, particularmente a los de la diáspora, un dilema bastante serio con respecto a la posible abertura de frontera entre Turquía y Armenia, encarado al margen del tema fundamental que nos involucra a todos: el formal reconocimiento del genocidio por parte de los verdugos y el cese de hostilidad de parte de Azerbaidyán contra la población Armenia de Artzaj (Karabaj). ¿No será que Turquía planea introducirse al territorio armenio deslizándose maliciosamente por la vía diplomática a fin de engañar al mundo occidental y a la UE con que trae buenas intenciones y pretende hacer un buen papel? ¿Luego qué…? Para que entre por la puerta grande a mancillar nuestro honor como es su tradicional costumbre y eso, sin que Rusia pudiese intervenir en defensa de la dignidad Armenia como lo ha hecho siempre. Cosa que las diásporas como Papá Noel queden atrancadas en medio de las chimeneas. Claro que resultan atractivas y seductoras las insinuaciones de Turquía, pero no nos olvidemos que se trata de turcos; no son más que nuestros verdugos que asesinaron a nuestros padres y abuelos, a un millón y medio de seres humanos, aún siendo ciudadanos turcos. Son los mismos, pero disfrazados de señores europeos; llevan traje, camisa y corbata y no usan su clásico “tarbush”. No se trasladan montando mulas o pedaleando “caballos sin alma” (bicicletas, en su jerga otomana). Sonríen para disimular su ponzoña y por debajo dejan entrever sus mandíbulas de hiena. Hoy agradecen con “Mercí”: una perla francesa incorporada a la corona del Sultán, gracias a su gran educación y cultura mongoloide.
Armenia, lamentablemente, evidencia tener muchas necesidades, lleva un hambre añejado. Turquía también tiene hambre, pero de masacrar armenios; es una bestia sanguinaria que ya lo saboreo noventa y cuatro años atrás y le quedó el gustito en el paladar.
Digo yo… ¿los de las diásporas qué papel les tocaría de allí en más, si Armenia desaparece bajo la influencia de la Media Luna Otomana? ¿Tendrá algún plan de rescate oculto en la manga, establecido para contrarrestar la intromisión del enemigo en los asuntos privados de Armenia? ¿De qué forma le impediríamos a Turquía violar nuestra identidad, habiendo resistido y subsistido como pueblo desde hace más de noventa años en el anonimato y a la deriva de los caminos?
Sabemos fehacientemente cuál habría de ser la reacción de los vende patrias armenios y qué suerte correría la población de nuestra Tierra Madre bajo los decretos de Turquía y en cuánto tiempo se dejaría de hablar armenio en Armenia. Con un pie en Yerevan, Turquía paralizaría a Artzag en menos que cante un gallo y, ¡Misión cumplida!
Armenia, Tierra Madre, habrá acabado para siempre. Sobre su cadáver seguirán flotando millones de ilusiones frustradas y los sentimientos quebrados de los “Ajpar”.


27/Junio/2009

martes, 24 de marzo de 2009

Homenaje a nuestros héroes de la diáspora…

Con sentidas palabras pretendo humildemente honrar a los héroes de nuestra gran familia armenia de la diáspora. De algún modo hacerles llegar mi respeto, manifestarles mi admiración por los logros, más que milagrosos, obtenidos por cada miembro de esa comunidad, debido a su tenacidad, a su espíritu de lucha y por supuesto, a su gran inteligencia creativa, amén de su indiscutible genialidad. No es nada fácil resurgir de la nada habiéndose trasladado a la deriva por el mundo para abrirse en abanico sin medios adecuados. Tuvieron en su gran mayoría, renunciar a sus estudios y remangarse a la vida. Adquirieron filosofía propia sobre los adoquines de las calles, peleándole a la adversidad codo a codo. Desde sus heredados oficios familiares, llegaron a grandes industriales y a constituir en grandes empresarios. Muchos fueron destacados y reconocidos por sus habilidades innatas pese a erigir patria en patrias ajenas. Aún naufragando entre idiomas foráneas se hermanaron con los pueblos que les abrieron sus fronteras. Entre lágrimas y cicatrices que aún les sangran, mantuvieron su identidad, sus ideales y jamás desplazaron de sus sentimientos el amor a sus lejanas tierras. Un héroe no es quien regresa de una batalla coronado de laureles luego de haber puesto de manifiesto todas sus mezquindades infrahumanas a espaldas del sentido común. Un héroe es aquel que, pese a la adversidad, logra imponerse a las circunstancias sosteniendo la cabeza sobre los hombros y la mirada acariciando horizontes. No obstante, la armenidad de la diáspora, más allá de haber generado grandes talentos, muchos lograron encerrarse en sus vanidades y se sumergieron hondo en sus egolatrías primitivas, lo cual es comprensible. El éxito suele confundir los objetivos elementales, hace que uno se crea superior. Quizá sean defectos preliminares junto con la indiferencia y la insensibilidad que va acentuándose al desprenderse las hojas del almanaque. “El dinero es el opio de la conciencia”.-dije una vez. “El poder engendra prepotencia”- dije otra vez. Quien haya superado destierros y sufrimientos de toda índole es factible que no contemple debilidades ajenas. Para él los débiles e incapaces de defenderse por sí solos son descalificables. Para cualquiera de la diáspora, ningún armenio debiera sufrir necesidades ni pedir ayuda, porque al igual que todos los demás hermanos, posee el don divino de la supervivencia al que debe poner en práctica. Nos obstante ello, el orgullo de haber superado los escollos los tornó reacios al dolor ajeno y se les acentuó el egoísmo primitivo. Para ellos tenderle la mano a un hermano es algo así como humillarlo en su amor propio. Su heroísmo los hizo retroceder, sin querer a la época de las cavernas y su justicia es la de en marginar a los débiles y los imposibilitados de seguir el rebaño; quienes en definitiva deben ser ignorados y abandonados por los caminos. Pienso que los armenios de la diáspora forman parte de un partido de ajedrez muy particular donde no existen peones, ni torres, no participan caballos, ni alfiles, donde se juega a todo o nada con Reyes, Reinas, Capitanes y Comandantes. No les cabe mentalizar que la unión hace la fuerza. Que entre todos se podría armar un Paraíso juntando esperanzas y abrazándonos entre hermanos. Además deberían comprender de una vez por todas que la política interna de un país es propiedad exclusiva del mismo y es donde flamean sus banderas y donde el suelo se impregna día a día de historias vívidas y, que ellos, los héroes de la diáspora, no son más que águilas perdidos que revolotean por los cielos del mundo, aunque les duela reconocerlo.

LA VIDA ME ENSEÑÓ

Ciudades armenias de fronteras como Kaisaría habitada por los Laz, descendientes de la antiquísima raza Hititas. Urfá, que había sido baluarte de los reyes de Asiria y Babilonia; Tarsós, donde el rey de Asiría Sardarriapalo dejó esculpido un pensamiento de su pueblo que decía: “GOZAD DE LOS PLACERES DE LA VIDA CUÁNTO PODÁIS YA QUE TODO LO DEMÁS SÓLO ES SUEÑO”. Ciudades como Mardín, que siglos atrás desafiara nada menos que las hordas del vandálico Temerlán. Ciudades heroicas como Hadjín (Hadyín), Zeitún, Ván, Erzerúm y muchas otras, diseminadas desde el Mar Caspio hasta el Mediterráneo, combatieron en todas las épocas hasta el último suspiro por una Armenia libre, aún así fueron saqueadas y convertidas en ruinas.
Trozos de columnas, pedestales y lápidas grabadas que ostentaban las murallas de las ciudades de la otrora concurrida altiplanicie Armenia, han sido saqueadas y destruidas y la región se halla en la actualidad convertida en desolación, en una impresionante soledad, ausente de árboles y de pájaros. Hoy, la mayor parte de ese territorio milenario es un sepulcro abierto entre rocas y cruces de piedra, sus templos se hallan destruidos y sus iglesias, no hace mucho, ardieron como antorchas junto a sus fieles.
Hasta aquí la anécdota. Mientras los países del mundo nombran sus triunfos, sus conquistas y trofeos, Armenia Milenaria lustra sus cicatrices y le reza al cielo. Y qué reconfortante para un hombre como yo, de pronto enterarse de todos esos acontecimientos, de todo ese desastre. Ruinas, masacres y muerte y otra vez ruinas, masacres y muerte. Al final, ¿qué somos nosotros? ¿Emisarios del cielo o somos los inmortales del Caucaso? ¿Qué es ese milagro que todavía nos mantiene de pie, mientras que muchos otros han sucumbido y desaparecido para siempre? Siglos tras siglos, golpe tras golpe… ¿No será que con ello estuvimos pagando con nuestras vidas, culpas que cometimos en algún pasado del pasado?
Porque hasta donde sabemos, nuestra historia, salvo excepciones, no refleja más que periodos nefastos y de sometimiento. Me preguntaría: al principio de los principios ¿quiénes éramos los armenios y cuál habría sido nuestro comportamiento ante Dios? Lo que sé, que en la rotación de las especies incluyendo al hombre, siempre existió una disciplina celestial predominante que muchos reconocen por: “Justicia Divina”.
Hoy sabemos lo ocurrido, pero ignoramos los motivos que movilizaron a que esa supuesta “Justicia Divina” tomara represalia en contra nuestro. La vida nos acaba de enseñar que nuestra conducta se cotiza en la bolsa de la eternidad. No obstante mi ateismo religioso, consiento la existencia de algo superior que no le cabe explicación alguna en la mente humana.
Más allá de todo lo dicho y lo versado, sabemos que el tiempo no es tal como lo medimos y que los horizontes acaban donde comienzan otros horizontes, que la vida es un simple episodio de una larga novela en la que vamos rindiendo cuentas sobre nuestro proceder, que un ser humano o una multitud de semejantes no son más que cifras; que el pasado no existe, que el presente acaba de agotarse y el futuro no es más que una ilusión dentro de la incertidumbre.
Y ahora, permítanme fantasear, diciendo que las estrellas son los ojos del Hacedor del Universo y si eso fuese cierto, desde las alturas, un ser humano o un millón de seres humanos no llevan ninguna incidencia sobre la rotación de los astros. Somos, si se quiere, apenas una mera insignificancia comparados con La Verdad desconocida. La vida me enseñó que al sostener con ambas manos el mástil de mis ilusiones, soy capaz de abrirme camino hacia la eternidad. Nadie me aseguraría que el pasado alguna vez existió y que la historia no es más que puro cuento.


9/Diciembre/2008

miércoles, 18 de marzo de 2009

SIONISMO... NAZISMO...

No es de asombrarse si les cuento que Hamás y la población palestina de Gaza se defienden contra la agresión de los terroristas sionistas internacionales y no de sus hermanos hebreos con los que convivieron largos años de su existencia hermanados con paz y respeto mutuo. Quienes hoy bombardean Gaza y no hace mucho atentaron contra el Líbano con la aviación israelí son los mismos descendientes de los terroristas” Irgun Tzvai Leumi” y “Haganá” que fueron comandados por Menajim Beguin, Golda Meir y otros “Shlomos” importados; fueron en su mayoría soldados del Imperio Británico y al culminar la Segunda Guerra Mundial, como por arte de magia, 27000 gringos sionista recolectados por Europa, con todo el armamento a su disposición cedido gratuitamente por Inglaterra, armaron el núcleo del ejército judío terrorista e invasor sobre el suelo palestino. El “Irgun”, otro brazo criminal sionista fue el encargado de cazar a los cabecillas palestinos en el mundo. Son ellos quienes persiguieron a los miembros de la OLP como perros sabuesos y los fueron asesinando uno tras otro, porque sabían que la intelectualidad palestina les implicaba peligro. Tanto ellos como Inglaterra deslegitimaban abiertamente al Gobierno Palestino de Yaser Arafat. Cuando el ejército imperialista terrorista israelí comenzó a mostrar sus colmillos, aniquilar uno tras otro los poblados palestinos y apoderarse de sus tierras, en Jaffa (Yafa) por ejemplo, los árabes creían que estaban siendo agredidos por los rusos. En las calles se rumoreaba lo peor y la gente enardecida gritaba: ¡Tenemos que ayudar a los judíos; son nuestros hermanos, los tenemos que proteger de los rusos! ¡Sí, por supuesto habían rusos, los mismos peleaban a la par de los sionistas, los restantes eran sionistas procedentes de Europa. Yo he vivido esos momentos y los recuerdo con dolor como que fuera ayer. Nadie sabía nada de lo que estaba ocurriendo, tan sólo que morían gentes y llovían obuses de morteros ingleses sobre la ciudad. Al poco tiempo más de tres millones de ciudadanos palestinos fueron expulsados hacia Jordania, Líbano, Siria y Egipto. Para Ben Gurión, uno de los encumbrados sabios sionistas, Palestina no existía. Teodoro Herltz decía: Para edificar el ESTADO JUDÍO hay que exterminar a los animales salvajes de la región: se refería, sin la menor duda, al mundo árabe. Los gringos barridos con la escoba europea, simulaban que los palestinos eran jordanos, egipcios, sirios y libaneses, que los palestinos como pueblo era inexistente. Nadie se imaginaba a ciencia cierta que Palestina había sido cedida al judío errante por Inglaterra y demás naciones europeas que ansiaban liberarse de él. Incluso Gran Bretaña quería imponer la nacionalidad judía a los árabes de Palestina. Sesenta años después los sionistas europeos, ya instalados en su trono como Estado Judío, siguen martirizando, matando y torturando a los pocos palestinos que quedan con vida. Hoy luego de cometer tantas masacres de aldeas y pueblos, de asesinar sistemáticamente Lidda, Deir Yasín, Sabra y Shatila por nombrar algunos, de bombardear valientemente campamentos de refugiados, de atacar el Líbano, de maniatar a los pocos habitantes árabes rodeados de simpáticos colonos gringos, controlados celosamente por la soldadesca del Estado terrorista Imperante en la región, le toca masacrar con la conspiración de las “Naciones Humanas” el último reducto: una población desarmada en la Franja de Gaza. Y la aviación bombardea durante 22 días y sus respectivas noches en forma ininterrumpida derribando sus ciudades sobre sus moradores, sin respetar colegios, mezquitas, refugios, hospitales, ni siquiera las cedes de la ONU. Los tanques se ensañaron con los niños y las mujeres que huían… Para los genocidas todo aquello que se movía resultaba sospechoso de terrorismo. Sospechosos de terroristas fueron también los burros, las vacas, los corderos, las cabras y las gallinas. El sionismo impío bajo ordenes de criminales sionistas asesinaron más de 1500 palestinos en su mayoría niños y mujeres y dejaron 5000 heridos de distinta gravedad, en su mayoría niños y mujeres Luego tuvieron que detener la masacre y retirarse porque el mundo entero había quedado consternado ante semejante salvajismo de lo supuestos amantes de la paz. El mismo Papa tuvo que abrir la boca y pronunciarse. Y ¿Qué ganaron, más allá de masacrar seres humanos y acumular el odio del mundo? No obstante, hubo quienes sacaron provecho de ese genocidio, las bombas de racimos y las de fósforo eran de fabricación norteamericana al igual que todo el armamento expuesto en el terreno. Y esto tiene un costo y un virtual cobrador. Para energúmenos con cara de hiena como Bush, los muertos y heridos jamás lo conmovieron, masacró tanto árabes como de sus propios soldados. Su especialidad era armar guerras contra espejismos llamados “Sospechosos” y “Terroristas” de su propia inventiva. El mismo fue quien fundió la mayor economía mundial de los EEU. Él fue quien arrastró a los criminales terroristas sionistas a expresar sus condiciones innatas, sus atrocidades. La tortura que cometió en sus cárceles privadas controladas por la CIA como Guantánamo contra sospechosos es simplemente imperdonable. Bush con esa cara de hiena y mirada sanguinaria, estuvo detrás de cada atentado de quienes les robaron la patria y su herencia histórica a los palestinos. Hoy Israel lamenta haber fracasado en su intento de recuperar el soldado israelí preso en poder de Hamás y no contempla los miles de presos palestinos que día a día son torturados en sus cárceles. No les conmueven a la derecha israelí “Likud” con Natanyahu y la encantadora candidata Mujer TZIPI LIVNI, gringa por excelencia, la muerte de civiles palestinos. Ellos son sionistas judíos gringos, no hebreos.
En definitiva: el Sionismo al igual que el Nazismo son sin duda una nefasta expresión, la más perversa de una evidente degeneración humana.

23/Enero/2009

"CRÍA CUERVOS"...

Por segunda vez en tan corto tiempo me estoy tomando odio por pertenecer a la raza humana, pues no alcanzo a comprender que existan individuos y pueblos tan despreciativos de la vida humana; no de las suyas desde luego, sino, de las demás: los gentiles y los útiles; que fuesen tan criminales como buenos farsantes en su tradicional parodia de amantes de la paz. Al final de cuentas, se me hace que el Nazismo volvió a recobrar fuerza, descubrió sus colmillos, soltó su ponzoña, disfrazado de usurero sionista. Los mismos energúmenos de ayer han vuelto a ocupar el odio de quienes como yo siente la muerte de cualquier criatura humano en carne propia. Ahora que lo pienso: ni Jesús pudo modificar el espíritu agresivo y despiadado de ese pueblo en cuestión, supuestamente, protegido y guiado por su dios, selectivo y racista. Me indigna saber que ninguna nación, ni siquiera la ONU se opone al bombardeo indiscriminado de la aviación militar israelí sobre la población civil indefensa de la franja de Gaza procurando su exterminio. La complicidad del mundo cristiano para con el sionismo es tan evidente como interesada que ya cae de maduro. Los escribas de los tiempos vetustos acomodaron historietas y cuentos fantásticos recopilados del pasado con los que armaron un voluminoso libro que fue consagrado como sagrado; incluía engaños, traiciones, frivolidades, atentados y asesinatos figurativamente heroicos; hechos que son reproducidos por sus mismos seguidores hoy día. En un principio hasta yo les tenía simpatía y admiración, le tenía piedad y consideración al judío errante, pero no me imaginaba que lo suyo era una actuación bien ensayada, tan vil como engañosa, que su verdad era otra y que abusaban de mi buena fe. Finalmente han arrancado sus mascaras y yo he superado mi ingenuidad y despertado a la triste realidad. No me equivocaría si digo que son la fiel reencarnación del Nazismo, más aún; que el Nazismo fue un engendro del Sionismo. Hoy me da asco tener que compartir este mundo con criminales y desalmados. Me da bronca porque el mundo consienta sus matanzas y bombardeos como algo normal, rutinario, aleccionador y purificador. Tengo vergüenza por sentirme impotente ante semejantes genocidas. No nos confundamos, lo que acontece en Gaza no es una guerra, es un exterminio: ¡un exterminio! ¡Una alevosa matanza! Para colmo, los Estados Unidos aplauden la hazaña. Francia se alza de hombros y la comunidad internacional se trago la lengua… No alcanzó con robarles el país a los palestinos, todavía pretenden arrojar a sus legítimos dueños al mar. No sé por qué a todo esto le encuentro parentesco con el caso de mis abuelos, masacrados por los turcos. ¡Cuántas veces más hemos de estremecernos ante crímenes de lesa humanidad en manos de Israel o de asesinos norteamericanos de turno! ¡Cuántas más tendremos que incorporar al archivo nefasto de la humanidad, desgracias como las de Deir Yasin, Sabra y Chatila, Irak, Afganistán, Beirut y Gaza! ¡Desagradecidos! No tenemos más que remontar la historia y constatar… ¿Quiénes fueron los que cobijaron a los esclavos rescatados de Babilonia, les abrió sus brazos, les ofreció su pan y les permitió habitar Palestina? ¿No fueron acaso los cananeos? Los mismos descendientes de los cananeos: los árabes; los árabes fueron quienes socorrieron a los armenios en su desgracia, aun siendo de religión islámica.
Aquí cabe mencionar aquel dicho:
“¡Cría cuervos y te arrancaran los ojos!”

29/Diciembre/2008

“Podemos hacer tanto bien con no dañar a nadie”

Jesús predicó un amor sublime, incluso fue más allá en sus apreciaciones con aquello de ofrecer la otra mejilla. Fueron símbolos y parábolas demasiado nobles para la comprensión de una humanidad corrompida, enferma de doctrinas puramente materialistas. Aún me pregunto qué debería hacer si un invasor irrumpe imprevistamente en mi aldea, asesina a mi familia y se apodera de mis bienes. ¿Debería acaso ofrecerle la otra mejilla? Y si le hiciera frente, ¿no estaría actuando de anticristo? Quedarse a las expectativas sería, si no me equivoco, una locura que bien podría confundirse con cobardía. Las mujeres y los niños que eran arrancados a sus hogares, expulsados, alejados en caravanas de sus terruños ancestrales; humillados y masacrados, ¿cumplían acaso con el mandato de la otra mejilla?
A veces vago de habitación en habitación tratando de comprender más allá de lo acontecido nueve décadas atrás, hurgando en forma imaginaria mentalidades de quienes fueron enemigos hereditarios del odio, quienes al correr del tiempo se encerraron en su orgullo primitivo.
De pronto todo se me aparece como que fuese producto de una mente tenebrosa, de una película de terror y que Jesús no perteneció más que a mi libro de catecismo; que tanta crueldad y tanto ensañamiento procedan de seres reconocidos por humanos.
Con el tiempo fui desenterrándome de la historia de mis viejos… Conseguí hacerme a la idea que nuestra dolorosa tragedia o cómo suele llamarse, no existió más que en los cuentos de la abuela y que no es verídica la versión de que miles de niños fueron embarcados y arrojados al mar, otros enterrados vivos por sus padres o ahogados en los lagos, con que las aguas se llevó sus cuerpos, que corrieron ríos de sangre, que los pozos de lluvia fueron abarrotados ex profeso de cadáveres, que las niñas fueron violadas por la soldadesca antes de ser asesinadas, que muchas de ellas fueron a parar a los harenes esclavizadas y que el resto de las caravanas murió de sed, mientras la arena del desierto los iba devorando de a miles y muchas incontables atrocidades más...
Se me hace que mientras mis hermanos erigían sus castillos en el aire, los criminales turcos salían de sus guaridas y en sus rostros corría una risa salvaje…
Sólo metiendo las narices en mis papeles me fue posible recrear la barbarie cometida. Veía los rostros de mis hermanos pintados de asombro, rindiéndose ante quienes pugnaban por conquistar el cielo y la gloria eterna convertidos en una suerte de humanidad inhumana. Todo aquello y mucho más, combatió durante años en mi corazón e infestó mis pesadillas.
Cuando era niño soñaba en matar a los que asesinaron a mis abuelos tan pronto yo creciera, como para que estén vengados y sus almas descansasen en paz. Pero fui creciendo y pude ver y percibir con el corazón lo que me impedían las pasiones juveniles; que el turco era más digno de lástima que de reproche: porque recordaba aquello de “Quien haya conquistado el poder, no podría evitar corromperse por el poder y que el ejército más grande es siempre quien practica la mayor crueldad”.

LA NOBLEZA

No entiendo por qué el Occidente lisonjea con el Estado Judío al igual que un perro faldero. ¿Por qué tanta consideración y privilegios? ¿Acaso la humanidad se encuentra desamparada, carezca de fondos, esté atolondrada que no logra comprender la magnitud de las ponzoñas que el pueblo sionista arroja descaradamente contra sus vecinos traducidas en bombardeos de la aviación israelí, sus tanques, sus helicópteros y sus barcos de guerra, sobre civiles de una franja de tierra palestina, asediada por todos los costados con un millón y medio de encarcelados y en condiciones infrahumanas, deteriorando alevosamente la paz y el equilibrio mundial, incluso provocando riñas y desconciertos de su especialidad, entre hermanos? Hace poco atacaron al Líbano y destruyeron gran parte de su capital, me pregunto por qué razón, ¿acaso para apoderarse de ese territorio como lo hicieran con Palestina y la altura del Golán, perteneciente a Siria? ¿No creerán acaso en la absurda predicción de quien sabe quien o de su Jehová que solía según sus escrituras hablarles en caldeo desde su trono en el cielo, con que Israel se extendería desde el Nilo hasta el Eufrates, borrando en su pasó a las demás naciones que las habitara? ¿Será por ello que han doblegado a los iraquíes, con apoyo de los norteamericanos, claro, y hoy estén masacrando a los que quedan de los árabes palestinos, contando con la indiscreta complicidad del la ONU, pariente cercano de Israel? De la ONU y también del Papa que aparece en su ventanal y dice: ¡Chicos pórtense bien! ¡No jueguen con fuego que podrían quemarse! ¡Acuérdense que el aborto es un pecado mortal! ¡Os mando mi bendición! ¡Cháu…! Digo yo… ¿Qué clase de “Naciones Unidas” que cada vez que sentencia a Israel por sus atrocidades infrahumanas, sus dirigente se alzan de hombro y prosiguen con lo suyo sin mosquearse, incluso más, se atreven a quejarse con que son la víctima no los victimarios. Ahora es Gaza. Ya han robado la mayor parte de Palestina, lo que les fue obsequiado y lo que les fue negado. Ahora le toca a Gaza y con ello terminarán con apoderarse y consolidarse en el terreno. A los palestinos les asignaran alguna que otra reservación muy apartada del pueblo israelí predilecto de Jehová, su dios particular de tendencia racista que capitanea su ejército imbatible, según el libro consagrado como sagrado. Ayer el Estado Judío expuso su poderío norteamericano contra el Líbano y salió malherido. Se me hace que Jehová no estuvo presente o ya esta harto de apoyar las insolencias de sus hijos predilectos. Un Líbano que ha sido benévolo con ellos, un Líbano que les mandó sus arquitectos y la madera de sus cedros para edificar el templo de Salomón, destruido por los asirios, sobre cuyo muro se lamenta todo el judaísmo y jura vengarse sin importar de quien. Porque el sionismo a la par del nazismo no conocen el perdón, mucho menos la misericordia. No saben que la generosidad, la humildad y el amor al prójimo son los dones más preciados del género humano. Finalmente y en hora buena, el judaísmo nos está revelando una de sus facetas desconocidas: una versión muy particular de una inhumana humanidad. Un pueblo que en una época de mi vida me pareció excepcional. Incluso llegué a admirarlos y quererlos como si fuesen mis propios hermanos. Pero, y lamento decirlo, la actitud tomada por el Estado Judío me ha defraudado. Si no pareciesen a las demás gentes y se asemejasen con su apariencia, pensaría que se han vuelto monstruos extraterrestres, desalmados e inhumanos, que evidencian una prepotencia que les rebalsa por los poros. Pero… pero, me viene a la memoria aquel dicho: “El chancho no tiene la culpa…la tiene quien le da de comer… ” Si las Naciones Unidas actuaran sin otorgarles ningún privilegio, estarían obrando con justicia y el mundo estaría más seguro, e Israel habría quedado en el molde con el rabo entre las piernas, pero… lamentablemente se le dio demasiada importancia, demasiada consideración, demasiada confianza que le permitió tomar atribuciones de Amo y Señor, se creyó superior a todas las demás naciones y comenzó a escupir al cielo. El mundo occidental ni siquiera se imaginaba la monstruosa aparición detrás de ese judío errante con su metamorfosis en un estado israelí. Es como aquellas aves que depositan sus huevos en nidos de otros pájaros y cuando el pichón del ave intrusa rompe el cascarón, empieza a empujar a sus hermanos hasta hacerlos caer del nido y apoderarse de la atención y del alimento de sus padres adoptivos. Esa es la historia de la creación del Estado Judío sobre el territorio palestino. Hoy las Naciones Unidas que conforman sus padres adoptivos no saben con qué conformarlo y de qué forma condenar sus fechorías. Creen con mimar un cuervo se salvarían de que no les arranque los ojos. Israel al autonombrarse una nación, tuvo su oportunidad de hacer buena letra, pero engañó al mundo entero con su tema de amante de la paz. Llegó a insinuar que su evolución como Estado sería un ejemplo de dignidad para la humanidad, que después de sufrir el holocausto serían quienes comprenderían mejor que nadie el dolor ajeno. Pero ya la humanidad se está dando cuenta de su propia ingenuidad y de su error de apreciación, de que el sionismo con su disfraz de judaísmo es un lobo sanguinario e impío que se ocultaba bajo la piel de un inofensivo cordero. No por nada durante su larga existencia ha recibido su merecido y no obstante, dudo de que haya aprendido la lección. Con desmerecer a los demás no se adquiere categoría. La nobleza no se fabrica con dinero, ni con refregar en las narices de los demás el haber recibido como contribución por “Buen comportamiento” las armas más sofisticadas del país más belicoso del mundo, asimismo por haber impedido el acceso al terreno observadores internacionales que pudieran acceder a la realidad en la zona del conflicto; haber prohibido la presencia de la Cruz Roja, los de Ayuda Humanitaria y de las delegaciones de los Derechos Humanos. La nobleza es una condición innata de los pueblos humildes y cordiales, aunque occidente lo ignore o su simple mención le cause urticaria al judaísmo. El pueblo árabe es, sin la menor duda, uno de los más nobles de la tierra. Y lo digo con convicción: ellos; nadie más que ellos fueron quienes acudieron a salvar a los armenios que se escapaban de ser masacrados por la soldadesca turca. Soy uno de tantos hijos de sobrevivientes y les estoy eternamente agradecido a mis hermanos árabes que en su oportunidad nos tendieron su mano generosa. Si esto no es nobleza, entonces La Nación judía entiende por nobleza: bombardear inocentes con su aviación, cazar niños palestinos con sus tanques norteamericanos, derribar refugios de las Naciones Unidas, atentar contra mezquitas y escuelas repletas de niños y mujeres.

“Shalom aleijem”

El flamante presidente capitalista, imperialista por excelencia del mundo moderno, el primero en la historia de piel negra, al preguntársele sobre la agresión israelí contra palestinos, se aventuró diciendo que todas las naciones poseen el derecho de defenderse. Lo que significaría, para mí y pienso, sería lo mismo para las demás gentes, que su discurso incluiría invadir países, aniquilar poblaciones y apoderarse de su tierra. Al fin y al cabo con ese razonamiento justificaría los bombardeos de Israel sobre la población palestina. No sé por qué se me hace que con su presencia en el trono mundial, la humanidad no habría de avanzar, más bien permanecería estancada por décadas.
Vuelvo al tema “Terrorismo” del que tanto se martilla en el léxico político pro sionista. No existe informativo alguno, reportaje alguno que no se la incluya como punto de partida. Los periodistas y sus reporteados cuya inclinación evidencia estar ampliamente a favor del sionismo, reconocen a los árabes por terroristas islámicos y los colocan en la misma bolsa, como diciendo: ¡Los asiáticos son chinos, los rusos judíos y los españoles gallegos! Terrorismo, viene de la palabra terror. Quienes invaden países, bombardean hogares con su aviación norteamericana, disfrazada con insignias del Estado Judío y matan civiles, no serían por supuesto terroristas, ¡nada de eso!, serían los mismos tradicionales e infaltables héroes imbatibles de los cuentos del Antiguo Testamento. Son los que patean en contra, muy a pesar de la opinión mundial, quienes, pese a las reiteradas condenas de las Naciones Unidas nunca las llevan a cabo. El Estado Judío se aferra a unos dichos absurdos de su Torá, con que “Jehová” dios de los ejércitos victoriosos de Israel, se dirigió personalmente a Abraham proponiéndole abandonar Ur de los caldeos, prometiéndole la entrega incondicional de la tierra de los cananeos. Mejor dicho: la tierra habitada por los cananeos, hoy Palestina, el Líbano y quien sabe si el plan de usurpación de tierras comprendía también las alturas del Golán y Damasco. Porque creer en absurdas predicciones y tales supersticiones e incorporarlas a una doctrina por encima monoteísta, es simplemente tener mente atrofiada. Las doce tribus de judíos debieron haber provocado graves conflictos en su lugar de origen como es normal. En su marcha migratoria cruzaron Palestina y se refugiaron en Egipto. Transcurrieron cuatrocientos treinta años hasta que finalmente fueron expulsados por el Faraón. Por fortuna ningún libro de historia, ni siquiera el Antiguo Testamento menciona los motivos. Una vez más, fiel a su pueblo predilecto, se presentó Jehová a salvarlos de ser exterminados. Como por arte de magia partió el Mar Rojo en dos, permitiéndoles cruzar con el oro y las joyas robadas a Egipto y ya a salvo, Jehová volvió a unir las aguas y así se ahogó el ejército del Faraón que los perseguía. (Otro absurdo total; ¿en qué mente cabe?)
Errando y errando como gitanos por el mundo, finalmente y gracias a la influencia de los anglosajones se les concedió un territorio en Palestina. A partir de allí el humo les fue subiendo a la cabeza y hoy al inicio del año cristiano 2009 controlan las finanzas del mundo, la medicina, la industria bélica, la publicidad y la música, amén de la nación más poderosa de la actualidad. Hoy controlan la prensa mundial, los mercados de diamantes y del oro y se empeñan por convencer al “gentil cristiano” “Goim, en su lenguaje” con que los malos de nuestra civilización son los de Hamás y los de Hisbala libanés, porque no han logrado todavía convencerse con las proclamas judías de amantes de la paz.
Hace cientos de años que el sionismo brega, se arrastra disimuladamente como víbora utilizando la usura como un medio de sometimiento. Han logrado hipnotizar a ciertos países árabes y sacarlos de circulación, a cambio de toneladas de papalitos verdes cotizables en la bolsa de Nueva York, principalmente los del golfo pérsico. Otra de su especialidad puesta a prueba, fue provocar guerras fraticidas e intolerancia religiosa en Irak, obligando al Sheriff de Texas City a encubrir sus fechorías, incluso tomar partido e humillar a su población, estableciéndose indefinidamente como un intruso en el terreno contando con un comodín como punto de referencia. Gracias a la eficiente colaboración logística de Jehová hoy Irak no representa peligro para Israel.
Hace poco Israel le pidió autorización al Tio Tom para atacar las instalaciones nucleares de Iran, solicitándole de paso apoyo material y exigiéndole la entrega de bombas de profundidad anti bunkers que por desgracia no forman parte de su actual arsenal. Lo que está lanzando sobre la población palestina son simples bombas de fósforo y las de racimos, ambas prohibidas internacionalmente. Mas su solicitud le fue negada, no obstante se le aconsejó seguir amaestrándose practicando tiro al blanco contra los edificios palestinos y los refugios de la franja de Gaza. Ya que se trataría de una población inofensiva, que carece de aviación militar, de tanques, ni siquiera una flota naval y, con bombardear sus ciudades y ensañarse con matar a sus mujeres y niños, sería cosa de un par de días a lo sumo para que Hamás esté rindiéndose. Mientras tanto, entraría a regir la propaganda interesada y los compromisos previamente acordados con El Reino Unido, su asesor espiritual, contando desde luego con la infaltable y estrecha colaboración de su amante aliado, su exclusivo surrtidor de armas y las honorables, respetables socias activas de la ONU que cacarean con la panza llena todas juntas sin poner un solo huevo. Mientras tanto, mantener la buena costumbre de cortarles los suministros de gas, luz, petróleo y agua; impedir la presencia sobre el terreno de la prensa internacional, las delegaciones de los derechos humanos, la Cruz Roja Internacional y la ayuda humanitaria para que de esa forma pueda, liberada de culpa y cargo, seguir matando civiles refugiados en colegios, mezquitas, incluso bombardeando alevosamente “por error” ¡Claro está!, los establecimientos de las Naciones Unidas abarrotados de refugiados. Total; nadie le impide formalmente detener su agresión; no se lo impiden, porque saben fehacientemente que es inútil, puesto como es tradición Israel no obedece a nadie y, aunque lo condenaran, le importaría tres bledos…
Desde mi modesta observación, trataría de reflejar el pensamiento de ese pueblo tan particular:
“Somos los héroes de la película, los imbatibles…Matar a mujeres palestinas y niños es lo más fácil, además, es nuestra especialidad. Con su eliminación estamos programando nuestro futuro de grandeza, estamos borrando con nuestro valiente ejército la existencia de las próximas generaciones de terroristas islámicos. Preferimos asesinarlos hoy que son indefensos y tiernos y no tener que enfrentarnos con ellos mañana cuando ya manipulen armas, porque podríamos lamentar la baja accidental de uno que otro herido leve. A los demás palestinos los tenemos atenazados y enjaulados en reservaciones rodeados de asentamientos de amables y bien educados colonos judíos gringos. Los árabes son retrógrados, comen con las manos. Lo que queremos en verdad es que se vayan o que se mueran todos. Aunque les sonreímos, odiamos a los árabes y lo transmitimos a nuestros hijos desde los pechos de sus madres. ¿Dónde se ha visto que Palestina les pertenece…? ¡Van a tener que desaparecer por la buena o por la mala del suelo de Israel! “Abraham nos lo aseguró, porque Jehová, nuestro dios, le habló y está escrito en el Torá. Nuestro poderoso ejército imbatible es consciente de que está defendiendo una causa noble y justa y, que tenemos que acabar con los terroristas islámicos que rechazan ser esclavizados y alimentados por nosotros como mascotas y sirvientes a modo de figurar como lo que somos de dadivosos. Hemos de prohibir a que los palestinos le sean suministradas armas importadas, procedentes de Siria o de Iran. Que no se vaya a creer por ahí que somos insensibles al dolor ajeno. De cuando en cuando les otorgamos piadosamente tres horas de respiro y de calma como ayuda humanitaria mientras que nuestros pilotos se toman un refresco, se abastecen nuestros aviones de combustible y se rearmen de bombas de precisión. Mientras tanto, los palestinos tienen tiempo de rescatar sus cadáveres entre los derrumbes y de enterrar a sus muertos. Aquí los únicos que deben poseer armas somos nosotros… ¡El pueblo elegido…! ¡Heil…!
Y ahora hablando con seriedad: Quien más quien menos está enterado de cuales son las armas defensivas y cuales son las ofensivas. Si usted todavía insiste en que Israel es la víctima, usted es un sionista que no merece ser judío, ni siquiera pertenecer a la raza humana, ya que un sionista no es ni más ni menos que un criminal Nazi. Por otro lado, el judaísmo no es una raza sino una religión y quienes asesinan a palestinos son los gringos anglosajones sionistas disfrazados de judíos

LOS IMPERIOS

El político norteamericano con cara de mascara de almidón y mirada fúnebre, discípulo y amigo personal de Bush, Cara de Hiena y aspirante al trono de los EEUU, increpó la orden del flamante Presidente Negro de frenar las torturas en todas las bases norteamericanas controladas por la CIA repartidas en el mundo, haciendo por supuesto hincapié en la de Guantánamo, Cuba, diciendo: “¿Qué hemos de hacer con los presos? Nuestro país no aceptaría sospechosos en su seno”. Su intensión no sorprendió a nadie: siendo un veterano criminal de Vietnam, cae de maduro que le importa muy poco liquidar a todos los presos, por más que no hayan sido juzgados y comprobada su culpabilidad. De pronto pienso, cómo hubiese sido nuestro mundo sin energúmenos, sin militares ni policías, colonialistas conquistadores, usurpadores prepotentes y próceres a caballos de bronce. Si no existiesen religiones que desorienten a los niños y a los ingenuos haciéndoles mentalizar absurdos, ¿estaríamos acaso matándonos unos a otros por costumbre y por contagio? Si hubiésemos comprendido que el cielo y la tierra nos pertenecen tan solo en la ficción, entendiéramos que el mundo es una fantasía y que nosotros no somos más que simples sombras corridas por el destino. Si nos diéramos cuenta que el vecino no es un rival, mucho menos un enemigo; que el que está en la otra vereda aguarda a que le ofrezcamos un abrazo… Cómo me gustaría que los países fuesen reconocidos por sus flores nacionales y sus árboles frutales, que carezcan de fronteras, púas metálicas, muros divisorios, ideologías odiosas y fanatizadas… Reconocer a Palestina por sus olivares, Armenia por su Montaña Sacra y sus damascos; la Argentina, por el Seibo y el Jacarandá; que no haya discriminación, ni la estúpida creencia de la raza superior, predilecta de tal o cual supuesto, hecho a imagen y semejanza… Digo yo… ¿lo soportaríamos? ¿No será lo que nos incentiva vivir es sortear por turno las desgracias? Si el amor fuese libre, amplio y sincero, en el buen sentido de la palabra, no tuviese censura que merme su poder creativo, ¿estaríamos conformes? Si no tuviésemos ambiciones, obsesiones y vanidades, ¿sabríamos acaso navegar en las aguas de la humildad? Y el miedo nuestro de cada día ¿en qué quedaría, lo extrañaríamos acaso? ¿No nos descarnaría; no nos asombraría reconocernos en nuestro espejo? Si no tuviésemos ese envoltorio llamado piel, tú y yo seríamos iguales y la igualdad reinaría en nuestro cerebro como un axioma. Esos… esos son algunos cuestionamientos que siempre desafiaron mi escaso conocimiento y mi aguda ignorancia. No entiendo por qué no puedo comprender que Israel repudia a los palestinos y los desconoce como dueños legítimos de sus tierras ancestrales. ¿Será porque en su gran mayoría le reza a Alá, Dios del Universo y no a Jehová, dios de los victoriosos ejércitos de Israel? Turquía masacró a un millón y medio de armenios porque eran cristianos y ¿qué ganó…? ¿Qué ganó más allá de apoderarse de sus bienes, de robarles sus riquezas? ¿Acaso con ello conquistó la paz y la tranquilidad que añoraba? Y los cargos de conciencia… Supongamos que no tienen conciencia, al igual que quienes manejan el Estado terrorista israelí, ¿cambiaría acaso el fundamento de su agresión? Israel quiere por la mala o por la buena sacarse de encima a los árabes palestinos; en otras palabras: al despertar islámico. Supongamos que lo logran y después ¿qué…? ¿¡Fueron felices y comieron perdices…!? Luego, ¿Aleluya, Aleluya hasta el fin de los tiempos…? Mi tía Areck, decía: “Antes que nazca el sol, muchas cosas nacerán…” Construir un mañana sobre hojas del almanaque de un viejo calendario es jugarse el futuro a la ruleta rusa. Si no me creen, no tienen más que desmenuzar épocas remotas. Ya Egipto no hace honor a su pasado; Roma, Bizancio, Persia, Babilonia y Grecia, tampoco.
El tiempo es quien posee la última palabra y el único que no caduca

PERDONAR, PERO NO OLVIDAR

Incomodado por mis punzantes reflexiones, alguien llamó a la audición pidiendo que dejara en paz la memoria de los abuelos masacrados durante el genocidio y yo lo entendí y me abrí a su corazón. A mí también me gustaría, más allá de rezar en silencio y elevar mis pensamientos por sus almas, creer que lo suyo se trató de una burla del destino que los convirtió en víctimas de su fe cristiana. Pero, lamentablemente, mis conclusiones difieren a las de esa oyente. Pienso que de algún modo fueron autores de su triste destino. Lo fueron, porque no advirtieron la catástrofe que se avecinaba y porque gracias a ellos nos tocó, los sobrevivientes, desparramarnos a lo largo del mundo como gitanos, sosteniendo en la memoria una identidad afiebrada y en peligro latente. No quisiera ser cruel en mis apreciaciones o insinuar algún tipo de insensibilidad hacia quienes sufrieron toda clase vejámenes, violaciones y persecuciones racistas. Lo que intento es detectar sin odio, resentimientos, ni fanatismo, las fallas y los errores que se cometieron allá y a lo lejos que iguala a un ayer. No por nada es masacrado un pueblo sin piedad ni contemplación, sea judío, armenio, somalí o congolés. Debió haber existido errores garrafales de irrespetuosidad, de prepotencia y de intolerancia religiosa, de una evidente desinteligencia…; de algún fondo turbio…, amén de una politiquería barata; además… habría fallado el amor y, como cristianos que eran, pudo haber sido uno de sus mayores pecados. Pienso que debían haber respetado las enseñanzas de Cristo; y los turcos, haberse interiorizado algo más en los fundamentos de la doctrina islámica. Las religiones no son simples palabras que las lleva el viento, son para ser interpretadas en su esencia, para esto están, para que haya paz en los corazones. Se me hace que ni unos ni otros tuvieron en cuenta la importancia de una sana convivencia. A menos que me equivoque, nadie asesina a un pueblo por el simple hecho de ser inocente. No estoy justificando al asesino, mucho menos haciendo apología del crimen, pero es hora que comencemos a descubrir y analizar objetivamente; fríamente, los pormenores de lo ocurrido y el proceder de nuestros padres y abuelos. Hay pueblos que posee el lema de no olvidar y de no perdonar; allá ellos. El nuestro debe prevalecer siendo la base de nuestra filosofía de vida: “Perdonar, pero no olvidar”.
Repetiría una y mil veces con absoluto convencimiento hasta que se me demuestre lo contrario, que los armenio tuvieron culpa de lo que les sucedió y también les recae la culpa por cómo nosotros, sobrevivientes de la tragedia, quedamos a medio camino de la verdad.
Ya sé que duele en el alma y mucho, culpar a nuestra propia sangre derramada y, que es más sano mirar para otro costado. Lo nuestro no fue un accidente, el holocausto judío no fue un accidente o un capricho de un depravado, la eliminación de tantas vidas humanas no fue un descuido, no se trató de una guerra armada; fue un exterminio: ¡un exterminio! Para que desaparezca un millón y medio de armenios, un millón y medio de seres humanos que pudieron haber modificado el destino de la humanidad. Incluso, si se tratase de un accidente, igualmente llevarían una culpa, porque los accidente no son accidentales. Y repito: la desaparición de una gran parte de nuestro pueblo armenio es sin duda un error garrafal, tanto para nosotros, los sobrevivientes armenios, como para los turcos genocidas y una catástrofe inigualable para el mundo entero, por haber desviado la vista de los acontecimientos. Con ello el género humano retrocedió siglos en la escala de su evolución. Ellos murieron siendo armenio, en cuánto a nosotros… Cada uno de nosotros nos toca confeccionar una cruz a imagen y semejanza sobre un montón de dudas y confusiones generacionales creyendo con ellos estar honrando debidamente desde lo profundo de nuestro ser, la memoria de quienes cayeron durante el genocidio.

SIONISTAS

Cuando el mundo materialista comenzó a gestarse, paralelamente acababa de despertar de su letargo de siglos una ideología que había sido contenida en remojo hasta nuevo aviso. El Nazismo fue el que reavivó las cenizas de esa ideología, relativamente conocida entonces, llamada: Sionismo. Un sionismo que no le había convenido ahuecar las alas y alzar vuelo mientras ocupaba un mundo supuestamente impropio. Constituía una providencial balsa salvadora con la que habría de rescatar una vez más a la errante comunidad de religión judía dispersa por el mundo, a fin de conducirla a buen puerto.
En la medida que el mundo iba evolucionando, esa misma ideología le iba haciendo sombra, perturbando su libre albedrío y su normal funcionamiento y desarrollo. Fue cuando Europa y sus aliados del Primer Mundo no tuvieron mejor opción que apartarla de su entorno, debiéndole conformar con El Caramelo que, según sus reiteradas parodias y lágrimas de cocodrilo, le fuera prometido por Jehová, su Dios: el de los ejércitos de Israel, el mismo que figura como titular en el Antiguo Testamento.
Ese Caramelo en cuestión ya estaba en boca de los palestinos desde tiempos inmemoriales; les pertenecía, siendo herederos de los cananeos. A Europa le parecía que le sería fácil arrancárselos, sea por la buena o, en el último de los casos, por la mala.
Los gringos sionistas occidentales, desconfiados por naturaleza, curiosamente contaban con las promesas de sus hermanos europeos y, anticipándose a los hechos, habían alistado las valijas y provistos de todo lo necesario por si acaso, tener que expulsar de Palestina todo aquello que se moviera. Para tal propósito, los anglosajones fueron quienes tomaron la iniciativa y les fueron cediendo, solidariamente, tanques, autos blindados, morteros y todos los sobrantes de la Segunda Guerra Mundial como para sorprender a los pacíficos y confiados palestinos al caerles encima. Según las escrituras consagradas como sagradas que atesoraban, el objetivo no sería tan solo apoderarse del Caramelo, sino que su misión expropiadora se extendería desde el Nilo en Egipto y culminaría en el Eufrates de Irak.
Los europeos y el mundo occidental nunca habían tenido problemas con los palestinos; prácticamente los habían ignorado, incluso, les habían prometido a los gringos la entrega del territorio Palestino totalmente deshabitado; pensaban que si por ahí existían moradores, no tendrían inconvenientes de cobijar en su tierra una vez más, como en épocas pasadas, al pobre inmigrante judío errante. Pero esta vez, ese mismo personaje no perfilaba de amigo, no era ni pobre ni inmigrante, sino que traía puesto un bagaje de ideas nefastas y una mentalidad colonialista usurpadora. No obstante todo lo planeado y lo imaginado, fue necesaria la participación en el terreno de los EEUU, para que los sionistas tomaran posición a sus anchas y encarara el Caramelo. Así fue que los “Yankis, del Tío Tom” se involucraron y se acoplaron con el padrinazgo; lo hicieron por nobleza y buena cuna; de eso no hay dudas. A los sionistas les fue entregando, aviones de combates y tanques de última generación, también buques de guerra para custodiar el Mediterráneo de los furtivos pescadores que supuestamente comercializaban su pesca con los habitantes árabes y les quitaban el alimento destinado a las multitudes de gringos sionistas ya instalados como colonias israelíes sobre los territorios usurpados a los palestinos.
En realidad y ya no es secreto para nadie: Occidente disimulaba su odio al mundo islámico desde hacía mucho tiempo y ya no lo podía ocultar más, se les rebalsaba la maldad por los poros. Es por ello que accedió a enviar a sus hermanos mayores de religión judía a Palestina como emisarios de Europa y de paso, lavarse las manos discretamente como Pilatos. Con ello el sionismo sería quien se vengaría por los cristianos el haber fracasado en sus pretensiones de apoderarse definitivamente Jerusalén, de la Tierra Santa.
Y han transcurrido más de medio siglo de aquello…
“La historia no miente, mienten los libros de historia…”
Mientras occidente compraba la moral de los países árabes del golfo y disfrutaba de cómo Egipto traicionaba la causa árabe, Jordania se acomodaba en el molde…, Israel, maliciosamente; los Estados Unidos, sin malicia ni disimulo, iban aniquilando sistemáticamente a los países que todavía conservaban algo de dignidad con la excusa de la presencia en el terreno de un Dictador sanguinario y déspota, amén del Ántrax. El mundo culto y “Humano” no ignoraba que en Paquistán también existía un dictador, pero que era bien educado, hablaba inglés, tenía la bomba atómica en conserva, y era devoto del dueño de la batuta y de la buena pipa.
Occidente nunca imaginó que el sionismo arrastraba un alma sucia, resentida y era experta en criminología y en torturar inocentes. No se imaginaba que Israel iba a convertirse en una nación cruel e inhumana, pese a que muchos de sus habitantes hebreos, consientes de la brutalidad de sus dirigentes, habían convivido durante años hermanados y en paz junto con los palestinos. No se pensaba que el palestino: un ser tan soñador, noble, amable, cordial y respetuoso, fuese capaz de inmolarse por sus tierras, por su dignidad y por sus ideales; de preferir la muerte antes de la esclavitud.
El mundo cristiano había logrado colocar una quinta columna de asesinos en el Cercano Oriente con la clara intención de que masacraran a los palestinos y los arrojaran al mar cuánto antes, pero con la condición que nadie se entere. Y el error, fue que el mundo entero constató toda la barbarie cometida por el ejército israelí contra la población civil palestina y las masacres de miles de mujeres y niños inocentes. Claro, ellos tenían las armas cedidas gratuitamente por los EEUU para que cumplieran con el exterminio: las bombas de racimo, las de fósforo blanco y uranio empobrecido, y las tenían que utilizar, caso contrario se vencerían y ya no servirían para aniquilar árabes, además las mismas fueron probadas con gran eficacia por el ejército educador capitalista norteamericano en Faluya, Irak y mataron mucha civiles; ¡fue toda una hazaña militar! Israel tenía que corroborar la misma hazaña en sus filas, bombardeando sin piedad a los habitantes de Gaza.
Usted pensaría tal vez que Occidente añora a sus desertores sionistas quienes renegaron a sus nacionalidades por la de Israel… Nada de eso. Ahora Occidente cuenta con una base militar aliada en el corazón del mundo islámico árabe. Con un Estado sionista Israelí custodiando las espaldas de los hermanos europeos. Occidente no habrá que temerle más al despertar del Islam, por lo menos por unos cuantos años, eso…mientras permanezca en pie el Imperio Capitalista Sionista y sobrevivan “los” resacas de Bush, cara de hiena.

LA LOCURA

La agresión es amor distorsionado, es… sin la menor duda, una locura.
Desde el inicio de los tiempos hubo conquistadores, o sea: agresores, calificados de héroes, se trataba simplemente de locos. Simbolizaban la relación de parentesco del ser humano con el animal; una locura. Por simple deducción, quien arremete su furia contra otro demuestra a las claras su temor a ser tratado de igual modo y eso lleva implícitas variadas expresiones de locuras. El lobo teme caer bajo la justicia del cordero y lo devora defendiéndose, por si acaso: son locuras. Es fácil formar un criterio propio sobre los energúmenos. Cualquiera los tildaría de cobardes y no obstante la cobardía da otra impresión, produce sensaciones de mezquindades humanas. Nadie es en realidad exento de algún grado de locura. La misma demencia suele pasar desapercibida en presencia de similares actitudes demenciales. Agredir es sin duda una de las mayores manifestaciones de complacencia personal, es amarse a sí mismo por sobre todas las cosas, y es otra locura.
Aunque no se me crea, el amor contempla múltiples facetas y definiciones de distintas clases de locuras. El amor carnal es quizá una de las agresiones más placentera y es locura. La violación es un abierto reclamo de amor no concebido, un alevoso desafío a la sociedad y es locura. El ladrón roba por amor y el asesino mata también por amor, aunque vayan en contra de la moral y las buenas costumbres de convivencia, son locuras. El suicida atenta contra su vida y lo hace por amor y el amor es contemplado con sus locuras. Se castiga a los hijos por amor, incluso se odia por amor. Odiamos en los demás las locuras que desearíamos eliminar de nuestra personalidad. Por amor se alimenta a los gatos callejeros; para muchos es locura. Todo tiene un espejo común entre sí que relaciona los hechos con las locuras. Lo entendamos o no; todas ellas llevan implícitas la palabra Amor y el amor es locura. Nosotros somos criaturas ambulantes de amor y también de la locura.
Alguien dijo: “Dios es amor” y yo no interpreté la trayectoria de sus palabras; simplemente las relacioné con locuras. Pienso que como yo fueron muchos los que en ese momento escalaban la luna.

EL "HOY" QUE LASTIMA

Ya es hora para que los gobernantes del mundo se desprendan de sus máscaras. La paz con la que nos refriegan en las narices brilla por su ausencia y la juventud se cuelga de un futuro inexistente. La honestidad es ilusoria y la esperanza, corroída. La sonrisa en los labios es una nota insólita. ¿La cultura?: la del televisor y la casería humana por Internet…: parque de diversión para niños. La aparatosidad es el pan duro de cada día y la agresividad, sinónimo de valentía. La pobreza: bien gracias. Los ricos navegan en burbujas de indiferencia. Los religiosos hablan de amor de la boca para afuera. El que no roba es un mago y el que lo hace es un juez. Las jovencitas que se entregan por amor al arte, son santas, las demás, son idiotas. Los médicos culpan al virus por su incompetencia y los abogados asaltan a cara descubierta. Los psicólogos violan a las obsesivas y los amos salen de paseo atados a sus mascotas. Los gatos son despreciados por las despreciadas. La palabra de honor es una mentira publicitaria y las promesas son pasadas por alto. El obrero y el empresario se roban mutuamente y el policía que calla se gana la coima. El pordiosero estafa moralmente a los inmorales y las monedas recogidas lo estafan a él del mismo modo. El adinerado oprime al pobre para consolidar sus estatus y el pobre se humilla con tal de que el adinerado le sonría. Hoy las parejas se juntan para probarse y experimentar sin compromiso y las niñas se embarazan, también sin compromiso. Las cárceles abarrotadas hospedan a los sin futuro. Las canchas de fútbol alimentan incultos y exaltados. A la industria maderera le quedan pocos indios para dispersar. Los perros moldean en las veredas sus obras de arte. La dignidad es una expresión considerada una reliquia. La risa del patrón jamás alude a un aumento de sueldo. Los pueblos carecen de amigos desinteresados. La habilidad es hacer de malabarista con el ángel y el diablo. La tentación corrompe al monje. Se habla de la competencia desleal, como que existiesen otras clases de competencias. Los sentimientos provenientes del cerebro son más seductores que las expresadas con el corazón. Para un político, saber prometer en público es lapidario, hace creer en Papá Noel.
Mañana, habrá otro día para soñar…

SEMEJANZA

La política general de exterminio de la Nación Armenia por Turquía lleva una fiel semejanza con la del Estado Terrorista Judío contra los palestinos en general.
Las matanzas armenias formaron parte de un cuadro general de la política asesina otomana.
Las sucesivas matanzas de palestinos forman parte de un cuadro general de la política terrorista sionista israelí.
Un importante dirigente de los “Jóvenes turcos”, expresó: “Es necesario aniquilar a los armenios de nuestro país. Para llevar acabo esta decisión es menester actuar desprovistos de toda conciencia, de todo sentimiento de humanidad frente a las dificultades que pudieran suscitar, pues la cuestión no es de conciencia, ni tampoco de sentimientos humanitarios. Es un asunto de índole político, íntimamente vinculado al beneficio y el futuro de Turquía”. ¡¿Qué casualidad, es la misma proclama sionista?! La extrema derecha del Estado Judío piensa lo mismo referente a los palestinos por dos razones fundamentales. Una: La Tierra Prometida se liberaría definitivamente de los palestinos. Dos: Sus riquezas pasarían a ser propiedad del Gobierno israelí.
El fundamentalismo judío sentencia: Todos los derechos de los árabes de vivir y trabajar en el suelo controlado por Israel serán completamente cancelados. Serán boicoteadas su producción. El Estado Judío podría además tomar medidas extraordinarias sin miramientos.
Según Turquía: los armenios eran como una llaga gangrenosa, una enfermedad maligna que debía ser extirpada con un bisturí.
Según el sionismo israelí: el elemento palestino debe ser extirpado de raíz. Israel no debe dejar ni un solo palestino vivo en el territorio ocupado por Israel. Debe borrar el nombre “palestino” del vocabulario hebreo. Hombres, mujeres y niños deben morir sin discriminación alguna.
Cuando acontecía el “armenocidio” Europa permaneció indiferente. Indiferente, permaneció también, al ser bombardeada la Franja de Gaza por el Imperio bélico norteamericano israelí.
Durante el genocidio armenio miles de niños eran arrebatados a sus madres, embarcados y arrojados como residuos al Mar Negro, otros eran ahogados en lagos y ríos o enterrados vivos.
Los tanques del Imperio sionista se ensañaron cazando niños y mujeres, bombardeando refugios abarrotados de civiles, mezquitas, escuelas, hospitales, incluso cedes de las Naciones Unidas. En otras palabras: el judaísmo fundamentalista terrorista cometía uno de tantos acostumbrados actos de barbarie contra la misma fe islámica. Lo mismo que aconteció en Armenia Milenaria contra los cristianos, contra las escuelas armenias, iglesias armenias y conventos.
La lucha de los armenios contra el poderío turco era claramente desigual, puesto que la mayoría de los hombres habían sido convocados por el ejército como ciudadanos turcos y, sistemáticamente eliminados. Turquía era mucho más poderosa en número, en material bélico alemán y en organización.
¿Existen acaso las casualidades? Un ejército regular con su poderosa aviación norteamericana, sus tanques norteamericanos y su flota naval norteamericana, arrojando bombas de racimos, bacteriológicas y de fósforo sin cesar durante tres largas semanas contra civiles de la Franja de Gaza, oponiéndose a un grupo de hombres con algunos cohetes caseros, pistolas y cuchillos de cocina… Digo yo… Israel debió experimentar mucho coraje para matar a tantos niños y mujeres indefensos, ¿verdad?
La única diferencia entre los verdugos turcos y los criminales sionistas terroristas israelíes fue que los soldados israelíes no asomaron las caras y se limitaron a bombardear desde tierra, aire y mar sobre la mayor cárcel del mundo rodeado por un muro impenetrable.
Se sabía perfectamente que si se hubiesen desprendido de sus acorazados habrían sufrido grandes bajas, porque un soldado israelí es una reliquia de Jehová, equivale a miles palestinos por lo menos, ¿Verdad? Israel le está ofreciendo a Hamás un canje de prisioneros: Por el soldado cautivo de los palestinos, ofrece mil palestinos a cambio. Esa es la mentalidad que prevalece en los territorios usurpados por Israel sobre los valores humanos. Todavía se creen el David que con un hondazo ha de derribar a Goliat. Ni siquiera se les ocurre que ellos son el Goliat y Hamás, el legendario David. No tienen más que comparar el poderío bélico norteamericano cedido gratuitamente por Bush, cara de hiena, con la precariedad de las de Hamás y, todavía se quejan porque los palestinos reclaman sus derechos sobre sus tierra ancestrales usurpadas. Israel dice querer alcanzar una paz definitiva conservando, claro está, las tierras ilegitimas arrancadas a los palestinos y la alturas del Golán a Siria. O sea: “Lo mío es mío y lo tuyo, también mío”. “Total, las Naciones Unidas, los EEUU están a nuestra disposición y la Unión Europea es una cómplice, viene en un eclipse de conciencia”.
Cuando en 1915 comenzó el genocidio de la población armenia en los territorios armenios usurpados por Turquía, las familias abandonaban sus casas y huían. Los niños eran atrapados y degollados a centenares, las mujeres encintas eran desventradas y su fetos paseados en punta de las bayonetas, las jóvenes eran distribuidas entre los soldados turcos y los nómadas kurdos y violadas hasta que, cansados los soldados de haberlas ultrajado, las fusilaban en la forma más sádica posible, con balas que partiendo del bajo vientre traspasaban el cráneo. Los religiosos eran decapitados y sus cabezas colocadas entre sus piernas.
Europa sentado en su palco de honor asistía al horror y la barbarie, gozoso como en un teatro de variedades. ¡Miren qué casualidad! Mientras en la “Naciones Humanas; digo Unidas” llegaban las noticias de las masacres israelíes, en la Sede Central de las Naciones Unidas algunos diplomáticos cacareaban sin poner un huevo, otros creyéndose dueños del mundo, se reían cínicamente y al final, aparecía “La Hiena” para dar el toque de gracia vetando cualquier condena, y asunto archivado.
Digo yo… si la soldadesca sionista Israelí hubiese tenido la oportunidad de aniquilar a los palestinos sin contar con sus hombres que los defienda, me imagino que habrían igualado la barbarie y el salvajismo de los turcos, pero la campana los salvó a tiempo y no tuvieron que embadurnarse las manos con más sangre de inocentes. Para mí; se quedaron con las ganas.

27/Enero/2009