miércoles, 18 de marzo de 2009

SIONISTAS

Cuando el mundo materialista comenzó a gestarse, paralelamente acababa de despertar de su letargo de siglos una ideología que había sido contenida en remojo hasta nuevo aviso. El Nazismo fue el que reavivó las cenizas de esa ideología, relativamente conocida entonces, llamada: Sionismo. Un sionismo que no le había convenido ahuecar las alas y alzar vuelo mientras ocupaba un mundo supuestamente impropio. Constituía una providencial balsa salvadora con la que habría de rescatar una vez más a la errante comunidad de religión judía dispersa por el mundo, a fin de conducirla a buen puerto.
En la medida que el mundo iba evolucionando, esa misma ideología le iba haciendo sombra, perturbando su libre albedrío y su normal funcionamiento y desarrollo. Fue cuando Europa y sus aliados del Primer Mundo no tuvieron mejor opción que apartarla de su entorno, debiéndole conformar con El Caramelo que, según sus reiteradas parodias y lágrimas de cocodrilo, le fuera prometido por Jehová, su Dios: el de los ejércitos de Israel, el mismo que figura como titular en el Antiguo Testamento.
Ese Caramelo en cuestión ya estaba en boca de los palestinos desde tiempos inmemoriales; les pertenecía, siendo herederos de los cananeos. A Europa le parecía que le sería fácil arrancárselos, sea por la buena o, en el último de los casos, por la mala.
Los gringos sionistas occidentales, desconfiados por naturaleza, curiosamente contaban con las promesas de sus hermanos europeos y, anticipándose a los hechos, habían alistado las valijas y provistos de todo lo necesario por si acaso, tener que expulsar de Palestina todo aquello que se moviera. Para tal propósito, los anglosajones fueron quienes tomaron la iniciativa y les fueron cediendo, solidariamente, tanques, autos blindados, morteros y todos los sobrantes de la Segunda Guerra Mundial como para sorprender a los pacíficos y confiados palestinos al caerles encima. Según las escrituras consagradas como sagradas que atesoraban, el objetivo no sería tan solo apoderarse del Caramelo, sino que su misión expropiadora se extendería desde el Nilo en Egipto y culminaría en el Eufrates de Irak.
Los europeos y el mundo occidental nunca habían tenido problemas con los palestinos; prácticamente los habían ignorado, incluso, les habían prometido a los gringos la entrega del territorio Palestino totalmente deshabitado; pensaban que si por ahí existían moradores, no tendrían inconvenientes de cobijar en su tierra una vez más, como en épocas pasadas, al pobre inmigrante judío errante. Pero esta vez, ese mismo personaje no perfilaba de amigo, no era ni pobre ni inmigrante, sino que traía puesto un bagaje de ideas nefastas y una mentalidad colonialista usurpadora. No obstante todo lo planeado y lo imaginado, fue necesaria la participación en el terreno de los EEUU, para que los sionistas tomaran posición a sus anchas y encarara el Caramelo. Así fue que los “Yankis, del Tío Tom” se involucraron y se acoplaron con el padrinazgo; lo hicieron por nobleza y buena cuna; de eso no hay dudas. A los sionistas les fue entregando, aviones de combates y tanques de última generación, también buques de guerra para custodiar el Mediterráneo de los furtivos pescadores que supuestamente comercializaban su pesca con los habitantes árabes y les quitaban el alimento destinado a las multitudes de gringos sionistas ya instalados como colonias israelíes sobre los territorios usurpados a los palestinos.
En realidad y ya no es secreto para nadie: Occidente disimulaba su odio al mundo islámico desde hacía mucho tiempo y ya no lo podía ocultar más, se les rebalsaba la maldad por los poros. Es por ello que accedió a enviar a sus hermanos mayores de religión judía a Palestina como emisarios de Europa y de paso, lavarse las manos discretamente como Pilatos. Con ello el sionismo sería quien se vengaría por los cristianos el haber fracasado en sus pretensiones de apoderarse definitivamente Jerusalén, de la Tierra Santa.
Y han transcurrido más de medio siglo de aquello…
“La historia no miente, mienten los libros de historia…”
Mientras occidente compraba la moral de los países árabes del golfo y disfrutaba de cómo Egipto traicionaba la causa árabe, Jordania se acomodaba en el molde…, Israel, maliciosamente; los Estados Unidos, sin malicia ni disimulo, iban aniquilando sistemáticamente a los países que todavía conservaban algo de dignidad con la excusa de la presencia en el terreno de un Dictador sanguinario y déspota, amén del Ántrax. El mundo culto y “Humano” no ignoraba que en Paquistán también existía un dictador, pero que era bien educado, hablaba inglés, tenía la bomba atómica en conserva, y era devoto del dueño de la batuta y de la buena pipa.
Occidente nunca imaginó que el sionismo arrastraba un alma sucia, resentida y era experta en criminología y en torturar inocentes. No se imaginaba que Israel iba a convertirse en una nación cruel e inhumana, pese a que muchos de sus habitantes hebreos, consientes de la brutalidad de sus dirigentes, habían convivido durante años hermanados y en paz junto con los palestinos. No se pensaba que el palestino: un ser tan soñador, noble, amable, cordial y respetuoso, fuese capaz de inmolarse por sus tierras, por su dignidad y por sus ideales; de preferir la muerte antes de la esclavitud.
El mundo cristiano había logrado colocar una quinta columna de asesinos en el Cercano Oriente con la clara intención de que masacraran a los palestinos y los arrojaran al mar cuánto antes, pero con la condición que nadie se entere. Y el error, fue que el mundo entero constató toda la barbarie cometida por el ejército israelí contra la población civil palestina y las masacres de miles de mujeres y niños inocentes. Claro, ellos tenían las armas cedidas gratuitamente por los EEUU para que cumplieran con el exterminio: las bombas de racimo, las de fósforo blanco y uranio empobrecido, y las tenían que utilizar, caso contrario se vencerían y ya no servirían para aniquilar árabes, además las mismas fueron probadas con gran eficacia por el ejército educador capitalista norteamericano en Faluya, Irak y mataron mucha civiles; ¡fue toda una hazaña militar! Israel tenía que corroborar la misma hazaña en sus filas, bombardeando sin piedad a los habitantes de Gaza.
Usted pensaría tal vez que Occidente añora a sus desertores sionistas quienes renegaron a sus nacionalidades por la de Israel… Nada de eso. Ahora Occidente cuenta con una base militar aliada en el corazón del mundo islámico árabe. Con un Estado sionista Israelí custodiando las espaldas de los hermanos europeos. Occidente no habrá que temerle más al despertar del Islam, por lo menos por unos cuantos años, eso…mientras permanezca en pie el Imperio Capitalista Sionista y sobrevivan “los” resacas de Bush, cara de hiena.

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