miércoles, 18 de marzo de 2009

LA LOCURA

La agresión es amor distorsionado, es… sin la menor duda, una locura.
Desde el inicio de los tiempos hubo conquistadores, o sea: agresores, calificados de héroes, se trataba simplemente de locos. Simbolizaban la relación de parentesco del ser humano con el animal; una locura. Por simple deducción, quien arremete su furia contra otro demuestra a las claras su temor a ser tratado de igual modo y eso lleva implícitas variadas expresiones de locuras. El lobo teme caer bajo la justicia del cordero y lo devora defendiéndose, por si acaso: son locuras. Es fácil formar un criterio propio sobre los energúmenos. Cualquiera los tildaría de cobardes y no obstante la cobardía da otra impresión, produce sensaciones de mezquindades humanas. Nadie es en realidad exento de algún grado de locura. La misma demencia suele pasar desapercibida en presencia de similares actitudes demenciales. Agredir es sin duda una de las mayores manifestaciones de complacencia personal, es amarse a sí mismo por sobre todas las cosas, y es otra locura.
Aunque no se me crea, el amor contempla múltiples facetas y definiciones de distintas clases de locuras. El amor carnal es quizá una de las agresiones más placentera y es locura. La violación es un abierto reclamo de amor no concebido, un alevoso desafío a la sociedad y es locura. El ladrón roba por amor y el asesino mata también por amor, aunque vayan en contra de la moral y las buenas costumbres de convivencia, son locuras. El suicida atenta contra su vida y lo hace por amor y el amor es contemplado con sus locuras. Se castiga a los hijos por amor, incluso se odia por amor. Odiamos en los demás las locuras que desearíamos eliminar de nuestra personalidad. Por amor se alimenta a los gatos callejeros; para muchos es locura. Todo tiene un espejo común entre sí que relaciona los hechos con las locuras. Lo entendamos o no; todas ellas llevan implícitas la palabra Amor y el amor es locura. Nosotros somos criaturas ambulantes de amor y también de la locura.
Alguien dijo: “Dios es amor” y yo no interpreté la trayectoria de sus palabras; simplemente las relacioné con locuras. Pienso que como yo fueron muchos los que en ese momento escalaban la luna.

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