Ser armenio, según pienso, como ciudadano de la diáspora no es más que un sentimiento de añoranzas y de búsqueda de alguna explicación que quedó archivada en la historia. No se trata de nacionalidad, de pertenecer a algún partido político o de colgarse de alguna tendencia religiosa. “¡Los catolíc, no son armenios!”- me dijo alguien y yo tuve que guardar mi opinión respetuosamente, porque la consideré inoportuna. También oí decir: “¡Los venidos de Bolis (Estambul) no son armenios, son turcos cristianos!” Tampoco me animé a entrar en la polémica sobre quien podría creerse más armenio que otros. Los evangelistas armenios ¿qué son? ¿Norteamericanos adoradores de Jehová; una delicada recreación de un judío errante moderno? Iré más lejos en mis apreciaciones: un niño adoptado por una familia armenia que concurrió a un colegio armenio, que conversa con sus padres en armenio y se siente más armenio que nadie, ¿qué es?: ¿Un bastardo?, ¿alguien que no merece calificarse de armenio? ¿Se imaginan ustedes cuántos bastardos tendríamos en nuestras filas, bastardos que ocuparían como miembros honorarios el suelo de nuestra Armenia milenaria y que habrían ocupado el trono de Bizancio? Una vez comenté mi caso diciendo que en mi lengua se entremezclan idiomas de diversas procedencias y sin embargo, en homenaje a quienes fueron mis ancestros y a mi madre Chamiram, soy lo que quiero ser, y esto nadie me lo podría quitar. Discutir, discernir, reprochar, desmerecer, habrá quienes… que incluso me tildarían de intruso; es posible. Ahora pregunto: un ateo, ¿no podría ser armenio, no podría sentirse armenio? O, como me acaban de explicar: “Los verdaderos armenios son los luzavorchagan, o sea: los que pertenecen a la fe Apostólica Armenia”. También es inadmisible hasta cierto punto entre mis hermanos que un hijo o una hija de un matrimonio “mixto” sean considerados armenios. Yo a esa querida gente les diría aquello de Jesús y con ello les abriría la mente: “Quien asegura ser armenio pura sangre que me arroje la primera piedra”. Nosotros somos armenios por convicción más que por sangre o procedencia. Y ahora, si me lo permiten, hablaré de la que fue mi familia: Mi padre era de padre caldeo y madre armenia. Mi madre, era de padre armenio y de madre siríaca. Y esto es sólo la punta del ovillo. ¡Que me vengan a decir porque no hablo armenio no tengo el derecho de sentirme armenio! Dije bien: “Sentirme” armenio, no, ser armenio, que mucho decir. Yo había dejado de ser armenio mucho antes de nacer y hasta cierta edad tampoco creía pertenecer a la comunidad armenoide que se hace llamar armenia. Vuelvo a aquello: “Hoy soy lo que quiero ser”. Mi sentimiento armenio no me lo quita nadie y mi punto de vista sobre lo que fue nuestro pasado con la invasión de los tártaros y mongoles que luego se fundieron en otomanos, tampoco. El drama de mis abuelos y de mis padres…; no me lo quita nadie. La lucha que emprendí con mi arma predilecta donada por el Supremo que consiste en mi literatura armenoide, no me lo quita nadie. No pertenezco a ninguna asociación, a ninguna secta, a ningún partido político, a ninguna nacionalidad en particular, a ninguna religión, habidas o por haber y no obstante, respeto y simpatizo con todos ellos por valorar su accionar, aunque difieren de lo mío. Han venido gente de Armenia, ex República Socialista con un habla diferente, diciendo que ese es el verdadero idioma estatal armenio y el habla occidental de la diáspora es un dialecto. Yo podría decir lo contrario, porque lo que oí durante mi infancia pronunciado por mi madre no era otro que el armenio conocido por todo el mundo. En uno de mis libros había dicho: “Dar razón a una gata es derrotarla”. Y yo les doy la razón a todos ellos y prosigo mi camino imperturbablemente. Para mí no hay más armenio que aquel que se siente orgulloso de acunar en su pecho ese sentimiento. Mientras dure nuestra búsqueda de justicia, ese sentimiento será nuestro único poder, nuestro único estandarte, lo único que debería enlazarnos como hermanos. Paralelamente al de abrazarnos agradecidos a todos los hermanos del mundo que con su humanismo salieron a socorrernos y nos ofrecieron su pan y su amor. Ante todos, a los árabes, que acudieron a salvarnos de las garras asesinas de Turquía siendo de la misma religión islámica y también al resto del mundo que curaron nuestra heridas y nos ofrecieron donde vivir. Me estaba refiriendo por árabes a los del Líbano, a los de Siria, a los de Irak, los de Palestina y de Jordania, no de aquellos sumergidos en la opulencia del petróleo y en la lujuria de los harenes. Ellos como muchos países europeos quedaron indiferentes mientras masacraban a los armenios. Indiferentes, hasta con sus propios hermanos de Palestina, permitiendo a que sean aniquilados por un criminal disfrazado de bondad. ¿Será que el dólar que les fue suministrado obró de opio para su moral? Si yo fuese Seudí tendría vergüenza de ser árabe sabiendo que a un paso un genocida enmascarado está masacrando a mis hermanos. ¿Qué está sucediendo con esa gente? ¿Dónde quedó su tradicional nobleza? Ahora entiendo por qué el mundo occidental mira despectivamente al árabe en general y los arroja a todos por igual en un mismo canasto. El mundo occidental no se opone al Islam, ve indigna la actitud de tantos países de habla árabe divorciados entre sí.
Después de todo ese fue el objetivo disimulado del Primer Mundo: engordar al chancho con dólares, provocar la discordia entre hermanos, mientras la quinta de al lado es asaltada con absoluta impunidad. Yo que he vivido en Jaffa, Palestina y he conocido de cerca a sus habitantes, considero que para los países petroleros del golfo, la palabra “árabe” les está quedando demasiado holgada e inmerecida. No obstante lucir la vestimenta árabe.
No sé si existe una diferencia entre un asesino y quien asiste a una masacre y no se pronuncia. Ahora que lo pienso; no podría asegurar que el mundo occidental poseía las manos limpias mientras eran degollados los armenios. Por más que quiero, hoy no le encuentro diferencia entre los jerarcas Nazis, los turcos-sefaradi y los sionistas de Israel. Me jugaría porque el mundo occidental no esté ajeno a las provocaciones entre cristianos y musulmanes en el Líbano, como no me extrañaría que hubiese una directa participación de los Nazis, los turcos y los israelíes en su meta de desequilibrar el mundo árabe a fin de ganar tiempo y que los palestinos abandonen su territorio hacia el exilio, antes de morir bombardeados y cazados por los helicópteros artillados. Si Hitler hubiese vivido, habría escrito en sus memorias: ¿Quién recuerda a los palestinos? Tal vez en un mañana cercano, uno de sus discípulos se referirá de igual forma sobre los palestinos de la franja de Gaza. Entonces el Sheriff y sus lacayos comerán perdices y dormirán felices.
Después de todo ese fue el objetivo disimulado del Primer Mundo: engordar al chancho con dólares, provocar la discordia entre hermanos, mientras la quinta de al lado es asaltada con absoluta impunidad. Yo que he vivido en Jaffa, Palestina y he conocido de cerca a sus habitantes, considero que para los países petroleros del golfo, la palabra “árabe” les está quedando demasiado holgada e inmerecida. No obstante lucir la vestimenta árabe.
No sé si existe una diferencia entre un asesino y quien asiste a una masacre y no se pronuncia. Ahora que lo pienso; no podría asegurar que el mundo occidental poseía las manos limpias mientras eran degollados los armenios. Por más que quiero, hoy no le encuentro diferencia entre los jerarcas Nazis, los turcos-sefaradi y los sionistas de Israel. Me jugaría porque el mundo occidental no esté ajeno a las provocaciones entre cristianos y musulmanes en el Líbano, como no me extrañaría que hubiese una directa participación de los Nazis, los turcos y los israelíes en su meta de desequilibrar el mundo árabe a fin de ganar tiempo y que los palestinos abandonen su territorio hacia el exilio, antes de morir bombardeados y cazados por los helicópteros artillados. Si Hitler hubiese vivido, habría escrito en sus memorias: ¿Quién recuerda a los palestinos? Tal vez en un mañana cercano, uno de sus discípulos se referirá de igual forma sobre los palestinos de la franja de Gaza. Entonces el Sheriff y sus lacayos comerán perdices y dormirán felices.