miércoles, 5 de marzo de 2008

EL IMPERIO NORTEAMERICANO

Si a “Estados Unidos” les dieran a elegir entre Mongolia y Armenia, elegirían Mongolia sin ninguna duda. Primero, porque Mongolia le presta soldados para contagiar de democracia a Irak y para que los talibanes aprendan respetar a sus mujeres afganas. No nos olvidemos que más allá de infundir cultura yanqui. Kansas City aspira a apoderarse del oro y del petróleo de territorio mongol en honor a su amistad. Y porque Mongolia es la Madre Patria substituta de sus aliados más carnales: Los turcos. Armenia en cambio no le podría ofrecer nada o casi nada, salvo una botella de su prestigioso coñac. Azerbaidjian, hermana menor de Turquía posee petróleo, Turquía, posee bases norteamericanas en la frontera con Irak, Israel controla hipnotizando la mayor parte del mundo árabe, los petroleros del golfo ya están comprados, Jordania y Egipto están paralizados, Palestina está siendo saqueada sistemáticamente ante el somnambulismo del mundo, con la promesa de hallar una paz duradera, luego de la extinción del último palestino. Queda en la mira, Irán. Estados Unidos sabe que Irán le resultaría un hueso duro de roer, por tal motivo necesitaría el apoyo de muchos lacayos, armar alianzas con numerosos mendigos del Tercer y Cuarto Mundo y comprar mercenarios con amplia experiencia en salvajismo y depravaciones. Estados Unidos gracias al dólar ganó muchos adeptos, amigos carnales a quienes les envía periódicamente dinero a cambio de su subordinación. Es una manera elegante de exigir tributos. Antes, quien perdía una guerra le correspondía remediar los daños del invasor con oro, caballos, artesanos, jóvenes para incorporarlos a sus filas previo lavaje de cerebro y esclavas para la diversión de sus soldados. Hoy hay dos tipos de guerra, la efectiva y la moral y también dos tipos de tributos, efectivo y moral. Con motivo y sin él, los poderosos invaden países y se apoderan de sus tesoros arqueológicos, pasando por encima de su población con bombardeos aéreos, como en una competencia acrobática. El otro sistema es la de paralizar la voluntad de los pueblos necesitados con préstamos leoninos y apoyo militar, con la condición que le compren armamentos para su propia defensa, asesoramiento incluido y una base militar en su territorio debidamente equipada, incluida. Mejor dicho: les prestan dinero para que con ese dinero compren a los Estados Unidos un emparedado de Mc. Donald, una botella de Coca Cola de un litro y medio y algunas armas defensivas con la condición de no usarlas contra la población Kurda sin su aprobación. Las armas ofensivas son generalmente otorgadas gratuitamente como muestra de buena voluntad, “gratis”, a determinados países de comprobada fidelidad y de similar moralidad, de un parentesco carente de terroristas, de virus y sospechosos, a fin de que sean usadas y comprobadas su efectividad sobre el Líbano y Palestina; como ejemplo: Israel. Hoy día la industria armamentista es la más lucrativa del mundo. En segundo plano aparece la explotación del oro negro. La tercera opción son los países del Tercer Mundo, del Cuarto y del Quinto. Armenia está muy lejos de seducir a su Excelencia: El Imperio Democrático Norteamericano, ya que a unos pasos detrás se encuentran las minas Del Rey Salomón, el petróleo y el Libre Comercio. El único escollo que le queda a Norteamérica para finalizar su faena mundial, sería Irán. Cuba y el despertar de América Latina no preocupan demasiado, puesto que les falta armarse moralmente y de esto los Yanquis se encargarían siendo expertos saboteadores de iniciativas patrióticas y nacionales inapropiadas que no coinciden con las tradicionales doctrinas norteamericanas. Es posible con una intervención de poca envergadura logre que estos países latinos entren nuevamente en un largo letargo. Eso haría que el personal especializado en “Espionajes de Estado” tome un recreo merecido hasta nuevo aviso. Cuando en las naciones emergentes vislumbra un dirigente que podría provocar un Jaque Mate, alguien que por sus erradas convicciones no se coimea, lo mejor sería eliminarlo, como se ha hecho con Sadam o con los del Líbano. En su lugar se ubicaría un payaso a sueldo facilitándole los accesos a sus vicios preferidos y con ello se eliminaría otro posible dolor de cabeza.
¡Viva el Imperio Norteamericano! ¡Poder! ¡Poder! ¡Poder! Y subordinación. Hemos tenido que silenciar el mundo, obsequiado democracia con nuestros helicópteros artillados, nuestros bombarderos, nuestra aviación militar, en forma personal o por medio de nuestros aliados de Israel y Paquistán. ¡¡Heil!! ¡Síganme! ¡Vamos a derrotar al terrorismo y a los sospechosos, aunque tengamos que eliminar la mitad de la población del mundo! La droga, la derrotaremos más adelante, por ahora nos hace falta para el consumos particular de nuestro ejército. Caso contrario nuestros soldados se acobardarían ante el dolor ajeno. A los narcotraficantes extranjeros pronto los atraparemos y los condenaremos en nuestro país por sospechosos terroristas pertenecientes al eje del mal y por no unirse a los nuestros y por animarse a competir con nosotros, armando a nuestra espaldas su propia cartera de clientes. Somos en definitiva quienes supimos democratizar el burro por el rabo. Porque La Libertad es nuestra, es una estatua que nos pertenece. ¡God save América de los terroristas y de los sospechosos del fundamentalista mundo islámico!

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