miércoles, 5 de marzo de 2008

LA ASTUCIA

Hoy las guerras se ganan con astucia, involucrando a terceros, cómodamente sentado frente al televisor y sin arriesgar la vida de ningún soldado. Ya no se trata de hombría ni de valentía, sino de meter púas en los países que se piensa derrotar. Provocar discordia, alterar el orden público y si estos ingredientes no son suficientes, matar algún que otro jerarca, haría que la población ignore quien asestó el golpe y se la tome con el vecino. Por ejemplo: para que en el Líbano se maten entre hermanos; se atenta contra el Primer Ministro de religión cristiana y se culpa a los musulmanes o a Siria y los partidarios del difunto, enfurecidos por la muerte de su líder, pierden el control y apuntan con su odio y demás armas contra sus hermanos musulmanes. Esto me hace acordar el cuento folclórico paradisíaco y Bíblico del Antiguo Testamento que narra que la serpiente que habla, se trepó del Árbol Prohibido para meter púa, utilizó a Eva en contra de Adán y a raíz de su astucia, aconteció la hecatombe a la que todos conocemos. Hoy quienes temían ser atacados por los iraquíes al querer defender a los palestinos de la agresión sionista, ganaron la batalla con astucia sin derramar una gota de sangre. Con astucia, conspiraron inteligentemente con el país más poderoso del Primer Mundo, sugiriéndole mandar sus tropas a atacar a Irak, esgrimiendo cualquier motivo y este, vanidoso, engreído y prepotente, accedió defender el honor de su ídolo. Y el ídolo quedó en casa siguiendo los acontecimientos por televisión. ¡Esto es lo que se llama “Astucia”! Como la población de Irak no pudo ser totalmente aniquilada por los bombarderos, se pensó colaborar introduciendo en el terreno saboteadores profesionales para minar ideológicamente a las dos fracciones islámicas: chiíta y sunitas y, que entre ellas se rompan los cuernos. Así fue que idearon las matanzas que perduran hasta la fecha. Gente especializada en explosiones, disfrazados de árabes, fueron quienes atentaron contra una mezquita chiíta, luego hicieron lo mismo contra una mezquita Sunita y el mundo islámico no tardó de enfrentarse y los voluntarios a inmolarse. Los provocadores volvieron a sus casas, sanos y salvos, se instalaron frente al televisor a disfrutar del éxito obtenido. “Total, mientras los iraquíes se matan, nosotros seguiremos en paz”- pensarían. Y tenían razón, lo planeado resulto todo un triunfo.
Irak, sumergida en una guerra civil, perdió capacidad e iniciativa por socorrer a sus hermanos palestinos asediados por Israel. Por un lado es invadida por ejércitos de distintas nacionalidades bajo el Mando Superior Norteamericano y por el otro, su población se está intercambiando cadáveres, sin siquiera querer entender que lo de ellos fue provocado intencionalmente por un enemigo solapado que los está aniquilando sin disparar un tiro. ¡Esto es astucia! Cinco mil años y diferentes exilios dejan muchas enseñanzas y la de obrar con astucia es una de ellas. No nos olvidemos que sus parientes cercanos utilizaron su tradicional astucia en contra de los armenios, aliándose carnalmente a los turcos e induciéndolos a cometer su crimen de lesa humanidad, mientras que ellos observaban extasiados. La táctica fue la misma.
Tomando impulso, Israel con todo su poderío se lanzó contra la fracción de Husb-Ala, en el sur del Líbano, pero no les fue nada remunerativo. Fracasó en su intento, pese a haber hipnotizado por un tiempo indeterminado la conciencia a una gran parte de los países del Primer Mundo. Recién cuando admitieron su derrota, y comenzaron la retirada, hicieron que los países hipnotizados del Primer Mundo volviesen en sí, recuperaran la memoria y se ocuparan de socorrerlos moral, espiritual y materialmente, pese a ser el mejor pertrechado del Medio Oriente, cuyo armamento es norteamericano por excelencia y de última generación. ¿Qué por qué el querido yanqui, aliado vitalicio y carnal de Israel autorizó el ataque al Líbano? Fue para que comprobara la eficacia de esos armamentos, cedidos a título experimental, sin costo alguno, ni fines de lucro; como muestra gratis. ¿Humillación? ¡Qué va! Hay pueblos que desconocen la humillación; son quienes le inventaron las lágrimas a los cocodrilos… Son gente con experiencia en el manejo de los grandes poderes, condición ciertamente destacable… ¡La astucia!

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