miércoles, 5 de marzo de 2008

¡ACTUE SEÑOR PAPA!

¡Cuánta vergüenza me da pertenecer al género humano! Cuando era chico me hablaban de los salvajes, de los pueblos que combatían por el orgullo de ser combatientes. Iban a la guerra sin ninguna convicción y sin ningún motivo, tan sólo por un deber de alcanzar la gloria terrenal por más que la mayoría alcanzaba la gloria celestial y no volvían a casa. En mi mente de inocente llegué incluso a admirar a los Grandes Conquistadores que formaron Grandes Imperios. Pero el tiempo transcurrió y hoy, a mi edad, mi visión sobre aquello quedó muy atrás. Me da vergüenza darme cuenta que la humanidad no ha avanzado en el camino del bien, pese a todas las religiones, la fe y la buena voluntad de algunos; quedó empantanada. Para elogiar este caso, utilizaría una expresión moderna, diría; empantanada sobre el eje del mal. Pueblos como los judíos que eran mis admirados ídolos resultaron engañadores y el revés de lo que pensaba. Ahora más que nunca entiendo que las apariencias engañan. Israel resultó tan criminal como los Nazis y los turcos. Y me duele que el mundo y las grandes potencias le den el visto bueno para que siga castigando inhumanamente a los palestinos quitándoles los víveres, la electricidad, los medicamentos, el gas y el petróleo para que sigan muriendo de hambre más y más palestinos en los hospitales. Salen a cazar terroristas con helicópteros artillados y los autos particulares que llevan más de dos pasajeros ya entran a ser sospechosos y los destruyen. Ellos calcularán, supongo, con un cohete sobre un automóvil privado debe matar por lo menos cuatro personas para que justifique el costo del cohete. Dos árabes muertos no es negocio. Por cuatro heridos de los nuestros, dieciséis deben morir de ellos. Es el mismo cálculo ejercido por la valiente armada norteamericana en Irak. ¡¿Cómo puede haber gente sin conciencia alguna, no tuvieron padres ni madres que les explique qué son los sentimientos?! ¿La religión del Talmut o del Torá no les sirvió de nada? ¿Qué clase de moralidad es esta? El Rey Salomón estaría apenado si viera a sus descendientes tan desalmados. No entiendo cómo un pueblo puede tornarse asesino de la noche a la mañana o es que siempre lo fue y nos estuvo dando gato por liebre. Y el señor Papa, ¿qué papel hace? ¿No le llegan las noticias acaso, no tiene celulares satelitales o Internet? ¿No sabe que en Palestina los sionistas están cometiendo genocidio contra los árabes de Gaza? ¿Si no sabe detener la matanza para qué sirve trabajar de Papa? ¿Para recibir a los grandes criminales en su casa y intercambiar regalos…? Cuando asesinaban a los armenios, en el Vaticano, supongo, que existía un Papa ¿o me equivoco? ¡Basta de hacerse de Santo Padre, señor Papa y haga lo que le toca hacer! Sino, deje de actuar de San Pedro. Es fácil salir a la ventana que lo filmen en televisión y orar por la paz, para luego llenarse la panza con manjares y descansar en una mullida cama rodeada de oro y de reliquia históricas, creyendo haber cumplido con su deber.
Hay un pueblo que está siendo abandonado a su suerte en manos de un criminal. Usted, si se calla, señor Papa, sería otro criminal, ¿lo sabe? Y tendrá que dar cuentas a Dios y enfrentarse a todos los santos que suele nombrar, por si acaso... el cielo. No me toca a mí, un humilde ciudadano de origen armenio cuyos padres y abuelos sufrieron la misma suerte en manos de los turcos, le tenga que enseñar su oficio de Papa. Cuando era pequeño y estudiaba en el colegio de los Franciscanos en Jaffa, Palestina, me habían dicho que el Papa era la única persona en el mundo entero que no se equivocaba jamás. ¿Por qué no me comprueba que es cierto? Si lo es, le prometo volver a afiliarme al catolicismo y ponerme a creer en todos los absurdos que durante tanto tiempo me hicieron tragar. ¿Usted sabe que en el mundo existe gente que muere de inanición? Sabe que su buen amigo Bush que lo fuera a visitar por cortesía y buena educación antes de pasarle el acero a la garganta de los iraquíes, está cometiendo genocidio en Irak y en Afganistán, que su queridito papá cometió otro desastre en el Sudeste Asiático y para colmo perdió la guerra. Utilice su cerebro, los obispos lo eligieron, supongo porque lo creyeron aptos de servir a la humanidad, pero hágalo, con hechos, no con palabras que las lleva el viento. No se suba a la ventana para hablar de paz en la tierra… en el cielo las estrellas y en medio de mi corazón… la dolorosa indiferencia, soltando palomas blancas. Caso contrario renuncie a su trono, sería más noble de su parte, que el Vaticano se remate y con el importe obtenido podrá remediar el hambre y la pobreza de toda la población del mundo. Por mí no se preocupe, mi consejo es gratis. Ya de niño recé por mis pecados que cometería de grande. Por ejemplo: no saber callarme y por aventurarme a decir lo que otros piensan y no se animan a hablar. ¡Ah! El problema de la humanidad no son precisamente la prostitución, la familia y el aborto… Y ya que estamos en confianza: ¿qué me dice sobre los sacerdotes gay y los violadores de niños tan difundidos últimamente, les va a mandar su abogado del diablo para justificarlos y salvarse de la vergonzosa publicidad?

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