jueves, 16 de septiembre de 2010

EL JARDIN DEL EDEN

Noventa y cinco años fueron más que suficientes para que nuestros padres y abuelos, huérfanos y sobrevivientes del genocidio más inhumano de la historia moderna, lograsen abrirse camino y establecerse en los cinco continentes, tener un techo y un pan sobre la mesa.
Pienso que ya es hora de mirar atrás y reflejarse en aquellos parientes que nunca pudimos conocer. También pienso que nuestro deber es conservar en la memoria una imagen retrospectiva de los crímenes de lesa humanidad cometidos por los turcos, de cómo obraron los kurdos y de aquellos 30 000 criminales liberados ex profeso de las cárceles bajo consigna de matar armenios.
El hecho de enterarme de tantas atrocidades realizadas contra nuestra familia me revuelca el estómago, de cómo iban siendo masacrados a sablazos los niños y arrojados a las aguas, degolladas sin piedad las mujeres y los ancianos…
Hubo quien, orgulloso de su proceder, declaraba que en un solo día había dado muerte a doscientoscincuenta mujeres. Y aquél otro, jerarca turco, que lucía en su despacho un rosario confeccionado con pezones desecados de niñas armenias. Ya sé; me dirán “¡Basta! No queremos oír más nada sobre lo ocurrido” y yo lo entiendo; Sí que lo entiendo; pero también entiendo que nada de todo esto debe ser puesto en remojo y olvidado, porque recordarlo es lo único que ha de mantenernos unidos.
Nuestro deber es ir narrándolo al mundo y es tal vez por eso que hemos sobrevivido; para explicarles a nuestros hermanos que nos abrieron sus casas y se solidarizaron con nuestro dolor, que Turquía aniquiló un millón y medio de nuestros familiares sobre el suelo de sus ancestros. Repetir y repetir hasta el cansancio lo mismo de lo mismo.
Por fortuna nuestros hermanos del mundo han sabido diferenciarnos de los turcos, están informados de que fuimos los primeros en adoptar el cristianismo gracias a dos discípulos de Jesús, Tadeo y Bartolomeo; se ha sabido de nuestra montaña sacra: el Ararat, donde, según la Biblia, encalló el Arca de Noe, luego del Diluvio Universal. Pero…; ahora urge dar vuelta la página y comenzar a contarle al mundo las aberraciones infrahumanas de los turcos, de los alemanes quienes fueron sus cerebros, de los kurdos quienes fueron sus socios y verdugos… Que se imaginen, un millón y medio de seres humanos indefensos atacados a sablazos, cuyos hogares, bienes y riquezas, fueran a parar a las arcas de Turquía; caravanas y caravanas sin pan ni agua bajo un sol abrazador, custodiados por soldados, camino al desierto de Deir Ez-zor …, mujeres descalzas desarropadas, otras con criaturas en brazos arrastrando niños colgados de sus polleras, niñas violadas a plena sol y a la vista de todos para luego aplastarles sus cabecitas contra las piedras o debajo de las botas de la soldadesca. Niñas de familias aristócratas presas de pánico, vendidas como esclavas y conducidas a los burdeles, otras menos afortunadas, desfallecientes, muriendo de hambre desparramadas entre los desperdicios…, mujeres desnudas pululando como locas pidiendo a gritos, suplicando a los soldados que hablaran a sus jefes alemanes, que están dispuestas en convertirse al Islam con tal de que no maten a sus hijos. Recién nacidos, arrancados de los brazos de sus madres, arrojados al aire, caían clavados cual muñecos de trapo sobre las bayonetas caladas; otros con un sadismo exasperado a flor de piel, partían de un sablazo las panzas de las embarazadas, apostando con sus compañeros por varón o nena sobre nonato… y otros más… quebrándoles las espaldas a los niños y observándolos perecer. ¿Qué más? ¡¿Qué más…?!
¿Los hombres…? Sí; los hombres, habían sido previamente convocados del día a la mañana a servir a la Patria. Fueron llevados a las montañas a romper piedras con un destino establecido de no volver jamás a reencontrarse con sus respectivas familias. ¡Duele verdad…! ¡Sí; que duele…! Y esa es la finalidad de esta reflexión, ¡que duela…! para no olvidar lo ocurrido jamás.
La Unión Europea, me imagino, debe recordar quien es Turquía, aunque, no creo que desconozca la mentalidad de los herederos del Imperio Otomano y en qué consistió su Imperio, cuál fue su cultura y su finalidad.
Ahora, permítanme reflejar lo que pienso de todo esto: Creo que el odio racial y religioso expresado por los turcos contra los armenios no ha sido el motivo principal para actuar con tanto salvajismo. Los mataban para borrarlos definitivamente del mapa y no tengan que reclamarle a Turquía por las raíces de sus ancestros.
En 1915 existían en los territorios usurpados cerca de 2600 iglesias de las cuales permanecen en pie 20 o 25 a lo sumo. Las demás fueron demolidas, quemadas, usadas para fines irreproducibles. Y ni hablar de los cementerios. La intensión, era borrar, a largo plazo, cualquier señal que pondría en evidencia la existencia de los armenios sobre el terreno. La iglesia de Ajtamar, en Van, acaso una de las más recordadas y por ahí la reliquia histórica mejor conservada, carece de una cruz en su cúpula y es considerada museo; patrimonio de la humanidad. Tanto es así que los gobernantes turcos impiden a los armenios rezar en su interior.
Con todo lo expuesto, dudo de que nuestro genocidio tenga tan poca trascendencia, para que la humanidad registre únicamente aquello de las cámaras de gas en la época Nazi... Aquí, evidentemente hay otros intereses en juego y también, por qué no; un gato encerrado.

Rupén Berberian

No hay comentarios: