jueves, 16 de septiembre de 2010

EL ÁRBOL DE LOS PÁJAROS PERDIDOS

Que nadie crea, porque menciono a quienes fueron nuestros verdugos con cierta benevolencia y una aparente tolerancia que linda con la ingenuidad, que no coincido con mis hermanos en su manera de sentir su dolor por todo aquello que fui manifestando hasta la fecha en mis audiciones radiales. ¡Por Dios!, yo también poseo sentimientos y como a todos mis hermanos repercute en mí la crueldad cometida por las autoridades turcas contra nuestra armenidad y particularmente contra mis familiares ultimados en Diarbekir. Yo a los turcos fanatizados y racistas les tengo lástima por no poder desprenderse de su salvajismo otomano mongoloide y tener que cometer payasadas a modo de fraguar su realidad ocultando sus manos ensangrentadas y engañar la opinión mundial. ¿El mundo acaso no sabe de la falsedad de los gobernantes turcos? ¿No sabe que igual que sus primos cercanos sionistas y racistas de Estado Judío, llevan el mismo concepto de la honestidad? Todo lo que Turquía estuvo prometiendo, promete y prometerá son engaños y falsedades, pues su meta es otra: acaparar el mundo islámico y convertirse en primera figura. Israel sionista falsea sus promesas con los palestinos del mismo modo, es un calco del salvajismo mongoloide.
Mi punto de vista está bastante claro, tal vez demasiado personal basado en un cierto egoísmo del que no ve el futuro y sólo visualiza fantasmas en el horizonte de su destino.
Referente a Armenia Libre e Independiente y la hermanita Artzaj... lo que mis hermanos le aportan, es humano, noble y generoso, no obstante ello, yo lo percibo como un desviar de la mirada, como un esfuerzo que va a costa de nuestras raíces históricas, de la sangre de nuestros hermanos, de un millón y medio de mártires expuestos al olvido. ¿Debe acaso quedar abandonada al olvido la casa del abuelo, sabiendo que está siendo habitada por intrusos? Con expresar que los turcos son tal o cual cosa y darse vuelta envueltos en broncas y furia, no se gana nada. Me recuerda la fábula del genial pensador francés Lafontaine con su teoría de la zorra y la uva. Por lo pronto, se asemeja a nuestra actitud, alzarse de hombros y mirar para otro costado como que todo esté fuera de nuestro alcance y estemos superados por imposibles. Y con ello le estamos favoreciendo al enemigo dándole más respiro y acortando nuestras vidas. Mi propuesta es tener en cuenta quienes son los turcos, quienes fueron sus abuelos para saber encararlos; armarse de astucia, sonreírles a las bestias, incluso acariciarlas hasta domarlas y hacer que valoren nuestra presencia, entonces, recién entonces, armar la estrategia de un regreso masivo a casa y despertar las cenizas.
Desde luego no soy el dueño de la razón, ni está a mi alcance la bola mágica. Tan sólo sé que hemos perdido una batalla que nos costó sangre y lágrimas y no estamos en condición de perder otra, amparándonos en falsas expectativas, en las broncas, en la falta de objetivos claros lustrando cicatrices, mucho menos ilusionarnos con ser comprendidos por los amos del mundo.
Personalmente no pertenezco a ningún partido político, aunque si lo fuera, me daría igual un hermano que otro, basta que encontremos juntos el camino de atraer al enemigo a nuestro terreno.
Se acordarán del caballo de Troya, ¿verdad? Los imposibles siempre dejan abierta una brecha y es por allí por donde se llega. Alemania derrotó a Francia pese a sus fabulosas líneas de defensa. Egipto atravesó el Mar Rojo y casi llega a Tel a Viv, si no fuera por la ayuda militar norteamericana. Se me entiende ¿verdad?
Se me hace que mis hermanos no están bien encaminados tras la luz de su futuro. Tal vez tampoco sea yo quien les dicte el itinerario a seguir o les aporte ideas que desconozcan. Hasta dónde sé, quien hace alarde de su fuerza, indefectiblemente delata sus miedos. Turquía piensa engañar al mundo ocultándose tras una renovada y muy ensayada y sagaz parodia que no impide que trasparente su ponzoña y esta, aunque parezca una incongruencia, es una clara oportunidad para ser aprovechada por nosotros y que los miembros de nuestra diplomacia actúen con pie de plomo y la astucia del zorro, ya que con la clásica embestida de toro fuimos derrotados.
Hay más de ocho millones de hermanos arrojados fuera de sus raíces ancestrales, en su gran mayoría armenios occidentales, originariamente de nacionalidad turca y este es otro punto estratégico en nuestro favor como para reclamarle a Turquía reincorporar a sus connacionales, indemnizarlos, devolverlos a sus raíces ancestrales y otorgarles el derecho de ciudadano. Si logramos acorralar a la bestia por varios frentes, tendremos la de ganar.
Mi temor sería que la ayuda concedida para Armenia y Artzaj caiga en saco roto y nos quite la energía con la que debemos alimentar nuestro futuro y alejarnos como diáspora del espectro de la desaparición. Hace cien años que hemos abandonado la casa de nuestros padres. Tratemos por lo menos de encontrar entre todos el modo de volver a ella con la frente alta antes de errar otros cien años en el extranjerismo.
Cuando el hombre le hace honor a sus raíces, es cuando su apellido le rinde pleitesía; pero cuando el hombre hace honor a su apellido, se pierde en el anonimato.

Rupén Berberian

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