lunes, 13 de julio de 2009

APUNTEN SOBRE YEREVAN

Dicen que en Yerevan, Capital de la República Libre e Independiente, se están edificando torres de un costo elevadísimos y que además distorsionan la tradicional fisonomía de esa histórica ciudad. Edificios que acusan valores tan prohibitivos como exorbitantes, que escapan a las posibilidades de la mayoría habitantes de la región. Los valientes Señores, dirigentes de la pequeña República, Libre e Independiente, nunca escatimaron esfuerzos para estirar la manga, pidiendo socorro a los cuatro vientos donde hubiesen armenios sobrevivientes del genocidio. Motivos, no les faltó nunca, por supuesto. Les resultaba simple, casi infantil jugar con los sentimientos de los huérfanos, hijos de las diásporas. Estuvieron tomándoles el pelo desde la desaparición de la Unión Soviética. ¿Cómo es que de improviso y como por arte de magia apareció, esa superopulencia, esos autos fantásticos y lujosos; la proliferación de casinos y los innumerables hoteles de innumerables estrellas…? No sé, pero se me hace que detrás de todo ese despilfarro de dinero fantasma, de esa alevosa aparatosidad, existe un misterioso Papá Noel de traje y corbata, con una cartera de cuero de cocodrilo, que encierra un plan previamente gestado e ideado en favor de Turquía. Da que sospechar que con el supuesto proyecto de la abertura de fronteras entre Armenia y Turquía, los turcos serían bienvenidos en Armenia, accederían en masa a adquirir esas mismas propiedades, esos suntuosos edificios con el oro robado a nosotros, los armenios occidentales, huérfanos de las diásporas y ya tendrían legalidad absoluta de establecerse a sus anchas, sin siquiera tener necesidad de degollar más armenios. Paulatinamente, Yerevan se convertiría en un bonito prostíbulo con prestigio internacional y un centro de diversión para los descendientes de nuestros verdugos, parecido a lo que fue Cuba para los estadounidenses en la época de Batista, antes de la Revolución. Sobre el terreno se verá, contaminado el habla y el Panturquismo habrá finalmente triunfado sobre las cenizas del ayer. ¿Y nosotros…: los huérfanos de las diásporas? Bien, gracias… ni siquiera contaríamos, con una madre substituta que se preocupe mínimamente por nosotros. ¿Hemos estado colaborando tantos años con nuestros jugosos aportes a Armenia para quedar ignorados? Cristianamente hablando: ¿nosotros, qué somos: los marginados de la armenidad? ¿Somos acaso pájaros que carecen de alas que ni siquiera nos corresponde alguna identificación, más que los propios apellidos, ciertos rasgos característicos y una esperanza fallida? ¿Será que nosotros, los de las diásporas no representamos nada para Armenia? Se me hace que no somos más que un cofre de caudales disponibles para colaborar con los mafiosos y corruptos que nunca faltan ¡Gracias a Dios!, incluso en Armenia, República Libre e Independiente. Ellos, son los Amos y Señores de las circunstancias, los de la tradicional Nobleza Armenia: individuos pasionales contaminados por impías ideologías capitalistas. Son quienes lanzaron patrióticamente a la deriva a miles de sus hermanos para apoderarse de sus bienes. Yo le preguntaría al ciudadano común, si se encuentra feliz protegiendo las tierras de sus ancestros, siendo controlado por un puñado de mercaderes de aguas turbias y vende patrias. No por nada, quien posee los medios suficientes, huye, sea a Rusia o a cualquier parte del mundo. Porque esa es la consigna de La Nobleza Nacional armenia, el plan de los poderosos traficantes de turno. Yo, como tantos descendientes de los sobrevivientes del genocidio, vuelta y vuelta elevo mis pensamientos hacia la lejana Armenia, Libre e Independiente y mi corazón se estremece, se llena de una cierta nostalgia desconcertante, matizada con impotencias, broncas e incertidumbres, y cuando me reencuentro conmigo mismo, mis añoranzas patinan sobre quienes fuimos, de donde venimos y hacia dónde nos dirigimos en este desierto de mentalidades; si es que nos queda un lugar donde depositar nuestras sueños y donde abandonar nuestras sombras. Cuando pienso profundamente en mis raíces, es como que la diminuta República Armenia se eclipsa y desaparece y yo quedo como inmerecidamente inmerso en el anonimato.

10/Junio/2009

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