lunes, 13 de julio de 2009

EL HOMBRE DE LA BOLSA

El dinero -que yo sepa- nunca resolvió en forma definitiva y permanente los problemas de fondo, no hizo más que postergar las necesidades y desplazarlas a otro plano, hasta nuevo aviso. Un proverbio chino dice: “No des pescado al pobre; enséñale a pescar”. ¿Alguien podría confirmarme si el dinero llevado a Armenia por los numerosos donantes durante el último terremoto que azotó el territorio armenio, cumplió con su objetivo y no fue derivado a las arcas de los privilegiados, vinculados con la mafia urbana? ¿Qué les sucede a nuestra Armenia, tan lejana y tan cercana al corazón? ¿Quedó acaso malherida por el virus del capitalismo? Sabemos que en las venas de los turcos corre sangre nuestra y entre los de Armenia ¿qué clase de RH haría falta para depurar de una vez por todas, sus desencuentros? No me figuro qué imagen rescatarían de nosotros, huérfanos de las diásporas; tal vez crean que vivimos en una burbuja rodeados de palacios, pana colorada y cúpulas de oro. ¿Tendrán acaso alguna idea de cómo fuimos arrancándole a la adversidad migaja tras migaja hasta alcanzar el pan nuestro de cada día? ¿Creerán que somos los más malos que había en los territorios armenios occidentales y por ello fuimos masacrados? Creerán quizá, que ambicionamos adueñarnos de su país, vaya a saber… En algunas naciones africanas donde los negros fueron extraídos de sus aldeas, reducidos a rebaños y conducidos como esclavos al Continente Americano, eran supuestamente los más malos de África. Con el tema “Armenia”, más de una vez hemos sido engañados vilmente en nuestra buena fe por mercaderes de aguas turbias, porque Armenia, para todos nosotros, sigue siendo un símbolo de fe, de honestidad y corrección; Armenia por sí sola es Palabra Mayor. Nos han vendido buzones y habladurías baratas, del mismo modo que los fariseos de todos los tiempos, y eran armenios. No quisiera involucrar a Armenia con lo ocurrido, pero es más fuerte que yo, en ella todo se entremezcla, lo bueno y lo malo; sus obras, incluso la conducta de sus fariseos, son preponderantes en nuestra memoria. Armenia nos está arrojando nuestra fantasía, que hemos acunado tanto tiempo, al desperdicio. Siendo tan pequeña y poseyendo un elemento humano que ha dado pruebas de su gran intelecto, talento y capacidad creativa durante la época soviética, debería estar –pienso yo- entre los mejores del mundo, a la par de Suiza y Suecia y sin embargo… sigue debatiéndose en la nada. Debía haber sabido erradicar definitivamente la pobreza de su territorio, aprovechar el valor humano de su población, en vez de echar al abandono gran parte de ella. De que haya pobres en el resto del mundo, aunque me duela reconocerlo y supiera cómo resolverlo, lo comprendería, pero que el espectro del hambre y la esclavitud sistemática formen parte de la Armenia actual: República Libre e Independiente, eso sí que no lo digiero. Habiéndome enterado de ello, me produce angustia, exasperación, tanto… como que no sabría tolerarlas, ni qué pensar de quienes allí, en esa amada Tierra Madre, manejan la batuta y yerran la sinfonía.

PERDIDO, EN UN MUNDO PERDIDO

¿Cómo es que otros países que pertenecieron al círculo del Imperio Otomano Mongoloide se liberaron y volvieron a adquirir su fisonomía anterior y no ocurrió lo mismo con nuestra Haiastán Occidental?
Tengo entendido que Armenia, la Histórica, conformaba una Nación desde las épocas Urartianas, luego fue dividida en Reinos y Principescos y aún así, permaneció siendo una Nación, no un grupo de individuos de una minoría a merced de los forajidos y los lobos, como algunos la tratan de pintar.
Me pregunto, el Imperio Otomano Mongoloide que logró abarcar con su incultura casi toda África del Norte, Arabia y muchos países europeos cercanos a ella, las mismas lograron expulsarlo y Armenia no. ¿Qué y cuál fue el motivo? ¿Acaso nuestros hermanos se sintieron amparados? ¿Tuvieron miedo? Si Rusia no hubiera intervenido en el destino de la pequeña aldea; no hubiera estado defendiendo las espaldas de Yerevan, Armenia Oriental, hoy conocida por Armenia, Libre e Independiente, habría sucumbido al igual que su hermana mayor, la Occidental, lo mismo que Bizancio y la Armenia feudal, cuyo Rey de nombre Rosignan de origen francés, enterrado en París, lleva un epitafio que lo señala como el último Rey de Armenia. ¿En qué hemos pecado? ¿En nuestra naturaleza revoltosa acaso, en la elección de nuestra fe religiosa, en nuestra confianza desmedida en las acogedoras sonrisas de Occidente o en el error de no saber evaluar la intensión de los adversarios? ¿No conocíamos acaso quiénes eran los turcos mongoloides, de dónde procedían y qué clase de langostas eran? Porque quien pierde, algo de culpa tiene… digo… todavía no me es claro qué tengo que hacer aquí colgado en un rincón del mundo, tan lejos de mis Tierras Ancestrales… Alguien, alguien debe cargar con esa culpa y no atribuirla al destino, como queriendo imitar a aquél que en su oportunidad se lavó las manos. Si viene al caso, yo también sería parte de esa culpa, aunque no sepa en qué proporción hereditaria. Tal vez por haberme quedado a las expectativas, especulando con que otros resolverían mis problemas o porque gasté mis mejores años desinteresado en mis raíces, entretenido en veleidades mundanas, disfrutando de mis primaveras y de las manzanas del Edén. Mis familiares han muerto asesinados, mis padres fueron huérfanos, por consiguiente, como tantos de nuestros hermanos, fueron poco ilustrados. Conocían apenas o casi nada de su historia, salvo que Armenia no existía más, que Armenia fue el primer país cristiano oficialmente conocido, que Mateo y Bartolomé discípulos de Jesús, predicaron el cristianismo en Armenia, que el Ararat es la Montaña Sacra de la Armenidad y, que Turquía perpetró un genocidio donde fueron masacrados un millón y medio de hermanos nuestros y aquí se les acababa la tinta. El resto del repertorio consistía en ideas salpicadas que no hacían hincapié en nada, más bien servían para confundirlos aún más de lo que estaban; con que los kurdos, con que los gitanos, con que Taleat y el Sultán rojo… Urmía…, Van y el Sevan, y el Mar del Norte, y los Jach Kar… y Aní, con sus mil iglesias y la recordada y abultad fortuna en oro de los abuelos, empotrados en un rincón del sótano del establo, en Diarbekir, su ciudad natal. Y esto era todo… ¿Qué éramos, qué somos, quiénes somos y qué seremos, sin planes ni objetivos que adornen el futuro de nuestra amenidad de las diásporas? ¿Es acaso lo nuestro una mera fantasía…? Ese, es mi gran dilema como hijo de huérfanos, perdido en un mundo perdido. ¿Es acaso suficiente vociferar a los cuatro vientos comentando nuestra tragedia, ideando parodias que a nadie le interesa o, ponerse a trabajar, tratar de hallarle urgente solución a nuestro futuro incierto ante que fuese demasiado tarde?
La décima parte de Haiastán rescatada, gracias a Rusia, nos demostró que con el régimen soviético, Armenia, la de mis hermanos orientales, fue capaz de enderezar su columna dorsal por si sola y hoy, con una Armenia capitalista, jugando a la ruleta rusa entre Dios y el Diablo, Libre e Independiente, está arrojando a la deriva todos los logros obtenidos, los adelantos, la cultura y la conducta solidaria tradicional de nuestro pueblo, de la que nos enorgullecía y nos daba aliento de sentirnos armenios… ¿En qué estamos fallando? Perdón. A veces me desborda la pasión… Vuelvo a lo nuestro: ¿En qué están deliberadamente fallando los Jerarcas Mandamases de la lejana décima parte de Haiastán, de Nuestra Tierra Madre? O, ¿es que nuestra historia se repite como ha sido siempre: una reiteración de errores, de traiciones; siglos y siglos de no saber sostener la cabeza sobre los hombros, por el imaginario peso excesivo de los propios cerebros?


4/Julio/2009

AYER: COMIENZO DE UN PUNTO FINAL

Si no me equivoco descaradamente, Armenia es Patria de sus propios habitantes. Para los de las diásporas, Armenia, pequeña aldea, tan sólo representa el reflejo de las vicisitudes, los sudores y las lágrimas de un pasado nefasto, por ende, les corresponde dedicarle los más genuinos sentimientos y el respeto de una Madre Tierra. Los de raíces armenias, huérfanos del genocidio perpetrado por Turquía, originarios de Armenia Milenaria ya se han ganado el derecho de una patria en el exilio, poseen su correspondiente documentación que los acredita y reconoce como ciudadanos de tal o cual nación. Si Armenia hubiese tenido reales intereses en nosotros, pienso que lo habría manifestado de algún modo, habría, por lo menos, tratado de agruparnos, de acapararnos moral y espiritualmente, no en su ceno, sino, jugando con nuestras ilusiones, sensibilidades y esperanzas, otorgándonos una suerte de tarjeta identificatoria reconociéndonos como miembros de la comunidad armenia mundial. Mas la actitud de Armenia, Libre e Independiente es demasiado clara: sólo le interesa las divisas que podríamos destinarle y después nada… Cada cual a su casa.
Se me hace que ha llegado el momento de pensar en nosotros seriamente y de planear nuestro futuro, saber qué queremos, qué nos separa y hacia dónde nos dirigimos en ese sonambulismo errante. Con Turquía tuvimos tratados y pactos con palabras de honor que jamás fueron respetados, tal vez hoy, serían propicios otros pactos y otros tratados. No nos olvidemos que Turquía sangra por integrase a la UE y esto habría de otorgarnos un comodín ante la opinión del mundo occidental. Turquía está en desacuerdo en compartir su destino con comunidades cristianas y con ello, tendríamos más argumentos a favor y un par de ases en la manga. Por consiguiente, nuestro enfoque debe estar centrado y dirigido contra Turquía. Debemos saber acorralarla diplomáticamente; no hacernos cargo desgastándonos en bien de la pequeña Aldea Armenia, Libre e Independiente, virtual propiedad de tres o cuatro acaudalados capitalistas feudales presidenciales que se disputan el trono y el Arca de Noe. Sin amenazas ni prepotencias, pero haciéndoles entender a nuestros verdugos que fallaron en su intento de borrar del mapa a los armenios. Recordándoles que la armenidad se ha multiplicado, se ha fortalecido y reclama sus derechos. Tal vez por esta puerta se nos de alguna luz amarilla, la posibilidad de un entendimiento con Turquía, puesta en un encrucijada. Con la devolución de la mitad de los territorios de Armenia Milenaria, usurpados y abandonados a la buena de Dios, incluyendo Ararat, nuestra montaña sacra, podría ser un acuerdo conveniente para ambos sectores y nuestros reclamos quedarían, no satisfechos, pero cancelados.
Por otro lado, la memoria del millón y medio de nuestros hermanos mártires de la intolerancia racial religiosa y los treinta mil jóvenes armenios asesinados en Artzag serviría para que obremos con cautela. Tenemos que tomar en cuenta que el pasado estuvo repleto de errores, de odios y de incoherentes que el fanatismo fundamentalista fue el causante de nuestra desgracia.
Si se nos diera la oportunidad de negociar y recuperar la parte central de nuestra Armenia histórica, iniciaremos junto a los turcos una vecindad que no se tuvo jamás. Turquía tendría su premio de pertenecer a la UE y nosotros, de realizarnos como Nación con una nueva era Armenia. La fortuna adquirida, no sin esfuerzo, por las diásporas volvería a sus fuentes para reedificar el pasado, hoy echado al abandono.
No dejemos que el tiempo nos venza y oxide nuestras voluntades. Hoy es el día de darnos la mano y de comenzar a planear nuestro regreso a casa. Asdvatz Menz-e. Inteligencia y Perseverancia…


29/Junio/2009

LIBRE E INDEPENDIENTE

NO nos engañemos: Armenia, hoy República Libre e Independiente, no resucitó de entre los muertos por arte de magia. Estuvo siempre colgada de una cuerda floja haciendo exhibiciones de malabarismo. Quienes hemos resucitado de las cenizas del ayer somos nosotros, los de las diásporas, huérfanos de la Armenia Milenaria, de Haiastán Occidental, usurpada por Turquía. Somos quienes hemos sufrido lo indeci ble en carne propia con el primer genocidio de la era moderna en manos de los turcos.
Los turistas que visitan Armenia, hoy República Libre e Independiente son, en su gran mayoría, hijos de los huérfanos de Haiastan Occidental. Si al pisar su suelo se engolosinan con ella es porque han trasladado con ellos infinidades de sueños frustrados de sus padres y abuelos, llevan sus sentimientos a flor de piel y con tantas emociones acumuladas se les nubla la razón y se enamoran, y es cuando perciben sólo aquello de su agrado. Se encuentran con tradiciones y costumbres que le son familiares; escuchan un habla parecido al de ellos que les suena dulce y son rodeados de fisonomías que se asemejan a ellos. Es una sensación de volver a las Atlántidas. Como que luego de un gran diluvio que abarcó Asia Menor, un Arca de Noe pudo salvarse quedándose encallado entre arrecifes al Este del Ararat, donde pudieron salvarse todos sus integrantes. Si no fuera por la etapa soviética que la población de Armenia adquirió cultura, importancia y resonancia internacional, Armenia República Libre e Independiente estaría tan perdida en el mapa como lo es Diarbekir para mí, como lo fue para mis padres. Yerevan no es Haiastán con sus habitantes que aún resisten el embate de sus dirigentes a todo o nada. Armenia es también sus aldeas y el agudo y lamentable contraste existente entre sus clases sociales comparada con la opulencia hiriente, expuesta en la Ciudad Capital. Hay miles de maneras de cometer holocausto. Por ejemplo: quitándoles los bienes a sus habitantes, sea por Razones de Estado, legales o ilegales, expropiando su cultura y lanzándolos a la deriva, amén de no tenerle consideración a las generaciones futuras.
Algunos de mis hermanos habrán de reprocharme con que difundo observaciones sin haber conocido de cerca a Armenia, República Libre e Independiente y yo, a esos parientes lejanos les diría: gracias a que no he tenido la fortuna, ni el honor de pisar el suelo de Armenia, estaría perdiendo valiosos detalles que bien podrían enlodar aún más mis conceptos.
Por supuesto, Armenia, República Libre e Independiente, nunca se mosquearía por un individuo como yo, siendo huérfano de los sobrevivientes de Haiastan Occidental, a menos, claro está, que pertenezca a las elites de los adinerados, a quienes se les puede introducir las manos patrióticamente en los bolsillos y extraer billetes. Pensaría tal vez que represento a otra Armenia y es cierto. Formo parte de una vasta Armenia en el exilio que no figura en los mapas tradicionales, pero que día a día la irrigo como una planta en mi corazón; una Armenia carente de mezquindades, de intereses personales y falso patriotismo. Una Armenia con la que hemos de vislumbrar, Dios mediante, al mundo entero en un futuro abstracto. Seguramente no habré de estar con mi cuerpo presente, pero he de permanecer en vigilia con mi alma, pujando desde la eternidad por la realización de mi sueño. Millones de años atrás la corteza terrestre se partió en cinco continentes, las naciones fueron alineándose en un tablero nuevo y así volverá a suceder. Tarde o temprano, mi Haiastán habrá de acomodarse sobre sus antiguos terruños. De eso estoy seguro. Tiempo al tiempo. Si del Imperio Otomán quedó hecha una república, no es de extrañar que Haiastán vuelva a florecer.
Hoy comprometo mi grano de arena para que junto a otros granos de arena podamos defendernos de los diluvio de la intolerancia, que no nos lleven más por delante y nos pasen por encima.
Aunque yo no esté para expresar lo que siento, mi Armenia, la de mis ilusiones, la de mis padres, huérfanos de la milenaria Haiastan, será siempre inmortal.


15/Junio/2009

APUNTEN SOBRE YEREVAN

Dicen que en Yerevan, Capital de la República Libre e Independiente, se están edificando torres de un costo elevadísimos y que además distorsionan la tradicional fisonomía de esa histórica ciudad. Edificios que acusan valores tan prohibitivos como exorbitantes, que escapan a las posibilidades de la mayoría habitantes de la región. Los valientes Señores, dirigentes de la pequeña República, Libre e Independiente, nunca escatimaron esfuerzos para estirar la manga, pidiendo socorro a los cuatro vientos donde hubiesen armenios sobrevivientes del genocidio. Motivos, no les faltó nunca, por supuesto. Les resultaba simple, casi infantil jugar con los sentimientos de los huérfanos, hijos de las diásporas. Estuvieron tomándoles el pelo desde la desaparición de la Unión Soviética. ¿Cómo es que de improviso y como por arte de magia apareció, esa superopulencia, esos autos fantásticos y lujosos; la proliferación de casinos y los innumerables hoteles de innumerables estrellas…? No sé, pero se me hace que detrás de todo ese despilfarro de dinero fantasma, de esa alevosa aparatosidad, existe un misterioso Papá Noel de traje y corbata, con una cartera de cuero de cocodrilo, que encierra un plan previamente gestado e ideado en favor de Turquía. Da que sospechar que con el supuesto proyecto de la abertura de fronteras entre Armenia y Turquía, los turcos serían bienvenidos en Armenia, accederían en masa a adquirir esas mismas propiedades, esos suntuosos edificios con el oro robado a nosotros, los armenios occidentales, huérfanos de las diásporas y ya tendrían legalidad absoluta de establecerse a sus anchas, sin siquiera tener necesidad de degollar más armenios. Paulatinamente, Yerevan se convertiría en un bonito prostíbulo con prestigio internacional y un centro de diversión para los descendientes de nuestros verdugos, parecido a lo que fue Cuba para los estadounidenses en la época de Batista, antes de la Revolución. Sobre el terreno se verá, contaminado el habla y el Panturquismo habrá finalmente triunfado sobre las cenizas del ayer. ¿Y nosotros…: los huérfanos de las diásporas? Bien, gracias… ni siquiera contaríamos, con una madre substituta que se preocupe mínimamente por nosotros. ¿Hemos estado colaborando tantos años con nuestros jugosos aportes a Armenia para quedar ignorados? Cristianamente hablando: ¿nosotros, qué somos: los marginados de la armenidad? ¿Somos acaso pájaros que carecen de alas que ni siquiera nos corresponde alguna identificación, más que los propios apellidos, ciertos rasgos característicos y una esperanza fallida? ¿Será que nosotros, los de las diásporas no representamos nada para Armenia? Se me hace que no somos más que un cofre de caudales disponibles para colaborar con los mafiosos y corruptos que nunca faltan ¡Gracias a Dios!, incluso en Armenia, República Libre e Independiente. Ellos, son los Amos y Señores de las circunstancias, los de la tradicional Nobleza Armenia: individuos pasionales contaminados por impías ideologías capitalistas. Son quienes lanzaron patrióticamente a la deriva a miles de sus hermanos para apoderarse de sus bienes. Yo le preguntaría al ciudadano común, si se encuentra feliz protegiendo las tierras de sus ancestros, siendo controlado por un puñado de mercaderes de aguas turbias y vende patrias. No por nada, quien posee los medios suficientes, huye, sea a Rusia o a cualquier parte del mundo. Porque esa es la consigna de La Nobleza Nacional armenia, el plan de los poderosos traficantes de turno. Yo, como tantos descendientes de los sobrevivientes del genocidio, vuelta y vuelta elevo mis pensamientos hacia la lejana Armenia, Libre e Independiente y mi corazón se estremece, se llena de una cierta nostalgia desconcertante, matizada con impotencias, broncas e incertidumbres, y cuando me reencuentro conmigo mismo, mis añoranzas patinan sobre quienes fuimos, de donde venimos y hacia dónde nos dirigimos en este desierto de mentalidades; si es que nos queda un lugar donde depositar nuestras sueños y donde abandonar nuestras sombras. Cuando pienso profundamente en mis raíces, es como que la diminuta República Armenia se eclipsa y desaparece y yo quedo como inmerecidamente inmerso en el anonimato.

10/Junio/2009

HOJA DE RUTA

¿Qué clase de Hoja de Ruta pudiese haber a esta altura del partido? ¿Será un simulacro de ternura, de nobleza del que usurpara nuestros terruños, fuera nuestro verdugo, el lobo impune que quedó con ganas de devorar por entero al cordero herido que se debatió con uñas y dientes para no morir…? Turquía no ha podido, que yo sepa, derrotar con su poderío militar y el asesoramiento alemán a nuestra Armenia Oriental mientras la misma se debatía entre la vida y la muerte y hoy, supone, esgrimiendo otra estrategia de engaños más sofisticados, otra de sus infinitas maniobras y artimañas traidoras, le sería fácil completar su hazaña de acabar de una vez por todas con la armenidad y, con ello borrar su crimen de lesa humanidad, habiendo masacrado, noventa años atrás, un millón y medio de criaturas humanas indefensas sobre sus terruños milenarios.
Hoy Turquía vestida a la europea se presenta en los foros internacionales con una sonrisa acogedora en los labios; sonrisa que simula honestidad. Los amos de Turquía y del Imperio Otomán también solían explotar similares sonrisas mientras sin piedad ni contemplación alguna, degollaban armenios, robaban sus bienes y los despojaban de sus pertenencias. Comprometían a diario su palabra de honor en nombre de Alá de la boca para afuera. Prometían: Hermandad e Igualdad mientras que por debajo de la mesa planeaban una limpieza étnica contra la minoría armenia. Ya los conocemos bien. Hemos aprendido la lección.
Turquía sin la menor duda está nuevamente tramando algo sucio, como de costumbre. Nosotros los descendientes de los sobrevivientes lo percibimos claramente, es como una densa nebulosa que impregna nuestra atmósfera. Turquía maniobra sigilosamente, cautelosamente y en silencio, estudia el modo de asestar el golpe de gracia a la pequeña Armenia que se le escapó de las manos y con ello, limpiar definitivamente su conciencia de culpa y cargo. Han muerto un millón y medio de hermanos nuestros por confiar cristianamente en las promesas de los jerarcas turcos. Los armenios aprendimos a memorizar. Tenemos presentes en carne propia el fanatismo exasperado del pueblo turco, descendiente de las hordas salvajes mongoloides y tártaras. La Hoja de Ruta no es otra que una inocente trampa para bobos, unos colmillos ocultos tras una cortina de humo. La República Armenia -según pienso- no debería dar el brazo a torcer, ni avanzar un paso, sin estar acompañada por quien siempre estuvo al lado en las buenas y en las malas. Con diplomacia equitativa, Armenia, representando a todos sus hijos desparramados por el mundo, posee –si no me equivoco- numerosos reclamos que formular antes de acceder a firmar un pacto. El más urgente y no menos importante es el reconocimiento amplio y formal del genocidio perpetrado contra la comunidad armenia occidental, siendo ciudadanos del Imperio Otomán. Luego exponer los demás reclamos sobre la mesa, que no son pocos. ¿Turquía quiere paz? ¿Armenia quiere frontera abierta? Pues bien; que Turquía le de paso al mar por Trebizonda y le devuelva Kars y Ardahan y a partir de allí tendrá una sólida vecindad sobre las bases de la supuesta Hoja de Ruta. No nos olvidemos del Ararat. (Nuestra Montaña Sacra)¡Por Dios! Y todas las reliquias religiosas que aún perduran sobre el territorio que representó en el pasado la gloria histórica del pueblo armenio.
Turquía tiende la mano a fin de engañar y engolosinar a Armenia y con ello, resolver dos de sus mayores obsesiones que guarda entre cejas. Pertenecer a la Unión Europea y poner en jaque a la pequeña república con la que se atragantó en el pasado. Así, iniciar un capítulo de su historial con mayor prosperidad y tranquilidad y que nadie le vaya a golpear las Puertas de Santa Sofía o la del Top Kepí, reclamándole ponerse al día con deudas atrasadas de su conducta nefasta.
Deberíamos tomar en cuenta aquello de: quien miente una vez, mentirá otra vez. Quien traiciona una vez, traicionará una y mil veces. Turquía es capaz de cometer todas las tramoyas con tal de blanquear su pasado y nosotros… nosotros lo sabemos.


4/Junio/2009

OTRO ASESINATO MÁS

Una señora, dolorida por los acontecimientos de Karabaj, me mandó una nota reprobándome el haber tildado a los turcos y a los azeríes de hermanos. Es comprensible; los azerbaydjanos habían devuelto el cadáver de un joven armenio en un trueque de prisioneros a cambio de tres soldados azerbaydjanos vivos. Mientras los familiares velaban al joven armenio, el cuerpo estalló en mil pedazos, el cadáver contenía una bomba que al explotar, hirió y mató a otras treinta personas.
Se cuenta que Kaín mato a Abel por envidia y eran hermanos. Todos los seres humanos son hermanos en teoría. Los hay evolucionados que aprendieron a valorar y respetar la vida ajena y están los eternos incultos, los primitivos, los tradicionales energúmenos, los psicópatas, los fanatizados de ideas infrahumanas; ignorantes en busca de glorias absurdas. Están errados y no lo saben. No lo saben, porque su conciencia no ha sido pulida, no ha sido encaminada en el bien. Los turcos y los azeríes pertenecen a esa casta de burdos ignorantes sanguinarios, lo mismo que sus ancestros y no obstante eso, no quita de que sean seres humanos, de bajas calañas, pero seres humanos, por consecuencia y por desgracia: sean hermanos. Hermanos, que deshonran a la humanidad pensante.

Si ahondáramos en el tema, nos encontraríamos con que detrás de todo aquello persisten ideas que llevan a tales o cuales aventureros a expresarse contrariamente a lo que debería imperar en una sociedad normal. Claro que lo lamento y ¡Por Dios! No estoy haciendo apología al crimen, ni a la falta de educación o a las conductas erróneas. Sí que me duele, pero no puedo impedir que ciertos hermanos de mentalidad retrógrada comulguen con el crimen; para colmo, se enorgullezcan de él. No retrocedamos demasiado lejos, cincuenta o cien años a lo sumo serían suficientes para observar cómo los grupos de unos agredían los grupos de otros con machetes, espadas, cuchillos, piedras y palos de amasar. Matar era su consigna heroica. Con ello defendían su dignidad, su supuesto honor y liberaban sus instintos salvajes. Muchos somos quienes entendemos que matar aquel de la vereda de enfrente no es orgullo para nadie, salvo para los incultos y los de poca frente. La falta de educación, la pobreza mental, la poca sensibilidad y la pobreza moral son defectos humanos generacionales de que todavía no es posible erradicar definitivamente.

A pesar de la angustia que nos deprime ante casos puntuales y tragedias, similares a la de esa señora, el mundo está escalando peldaños tras peldaños hacia el razonamiento global que ha de preservarlo de la ignorancia innata. Las religiones, los partidos políticos no son más que ideas que han fallado en gran medida, no obstante su sana intencionalidad. Han fallado, porque el ser humano es aún inmaduro y su inmadurez lo zarandea y lo tiene a mal traer. El hombre no está preparado para desprenderse de sus dogmas y caprichos, cree con inventarse un adversario le hace subir de cotización entre sus semejantes bípedos y tornarlo apoderado de la razón. Se ilusiona con que eliminar a un enemigo le abre las puertas del Paraíso, cuando en realidad no hace más que liberar sus debilidades y exponer sus mezquindades. Es triste pensar que si fuéramos caníbales seríamos menos asesinos y más humanos, ya que no nos mataríamos por el simple goce de matar. En realidad matar a un ser humano es como matar en él a la posible resurrección de la creación misma, es, en cierto modo, aniquilar en él a la futura humanidad. El asesino por supuesto ignora el daño que acomete contra los demás, caso contrario lo meditaría. Sabemos que el hombre es un animal de distintas clases de evolución y razonamiento. Los hay primitivos, aunque lleven corbata, luzcan camisa blanca y vistan traje; son individuos que reaccionan desde su instinto salvaje, no son precisamente quienes se manejan con sensibilidad, susceptibilidad, razonamiento y respeto de la vida ajena. Quien honra al de la vereda de enfrente está sin lugar a dudas honrando asimismo sus raíces humanas y quien acomete contra alguien, sin percatarlo, lo está acometiendo también contra sí mismo. No sé, se me hace que cuando el hombre yerra su camino lo ha de condenar alguna Justicia Divina, porque no es lógico que el ser humano haga y deshaga de las vidas humanas a gusto y placer sin que tenga que rendir cuentas en el supuesto más allá, un castigo que habría de dolerle en el alma.

CAUSALIDADES PATRIAS

Me preguntaría si formamos, más allá de una nutrida diáspora, una nación propia en el exilio; un sueño sin representatividad, de variadas mentalidades, sin unidad; un país en el abandono, un país de orgullosos y desorientados, de metas infundadas: confundidas, de rebeldes impotencias, de recuerdos que asombran y estremecen, de raíces arrancadas, desperdiciadas, de un millón de dudas y vacilaciones, sostenidas al filo de un tal vez sin fundamento en el vaivén de un ateísmo indiferente puramente cristiano, sumidos entre el perdón y el odio que tampoco es odio, ni siquiera resignación; la de no saber quien es quien de mis hermanos, en dónde quedó el lenguaje místico de nuestros ancestros, quienes allá y a lo lejos intercambiaron filosofía y cultura por migajas de luna. No saber quienes somos en realidad y a qué trapo de colores pertenecer y quienes alzarían mañana nuestras cruces y nuestras falencias generacionales al hombro y se harán cargo de nuestras conciencias averiadas, aquellos que nunca sabrán que fuimos pensadores de la nada, perdidos en la inmensidad del tiempo y de la historia que todo lo devora. Igual que ellos… desorientados, igual que ellos, impetuosos y rebeldes ignorados, ¡genios!... igual que ellos… zarandeados por el destino en una cuerda floja que no cede, en un principio sin retorno, repletos de miedos y corajes… igual que ellos.
¿Seríamos acaso nosotros quienes les prestaríamos nuestros pareceres para que las jueguen a la vuelta del destino? ¿Nos tocaría a nosotros, los errados legendarios, quienes no hemos sabido derribar las puertas paradisíacas de las Futuras Eternidades en nuestro sonambulismo y no haber atravesado el arco iris de la memoria?
Me preguntaría si en realidad somos aquello que creemos ser, lo que los demás creen que somos o si en verdad formamos parte de lo que somos. Porque dudo de que seamos aquello que decimos que somos, siendo dueños de una nación en la pasión de una ficción, sin base aunque repletas de estandartes que no flamean más que en nuestra fantasía.


25/Mayo/2009

HACER PATRIA

Es, desde ya, demasiada nobleza que los huérfanos, expatriados, hijos y nietos de los sobrevivientes en las diásporas, refugiados en todos los rincones de la Tierra, tengan que salir a socorrer a Armenia, Libre e Independiente, aportando el fruto de sus esfuerzos y sacrificios a duras penas conseguidos, a fin de remediar las infinitas necesidades crónicas de nuestros hermanos de la Madre Tierra. Lo que me asombra es, que nosotros, quienes más quienes menos, hemos sabido levantar cabeza, cargar con nuestra pesada cruz al hombro, comparado con los hermanos de Armenia, quienes durante diferentes regímenes políticos no han sabido superar sus apremiantes necesidades, pese a la ayuda y los créditos que les estuvo otorgando y todavía les conceden tanto Rusia como los Estados Unidos y por supuesto, la sensible comunidad de las diásporas con el “Fondo Armenio”.¿Qué ocurrió con su industria durante el régimen soviético y en qué quedaron sus engranajes? ¿Qué hay de la mafia urbana, los vende patrias, que nadie nombra; quienes frenan la incorporación de nuevas ideas y proyectos progresistas si no le correspondan como participación la parte del león? ¡Hacer Patria…! Parecería que a Armenia le interesa solamente la llegada del turismo y la limosna de los voluntarios para emparchar sus necesidades. Total, esos señores de los que nadie habla, cuentan con la sensibilidad y el generoso aporte incondicional de los huérfanos de las diásporas, engolosinados por conocer Yerevan y con ello, regresar felices y contentos a sus respectivos países como que hubiesen sido bendecidos con las aguas milagrosas del Paraíso Terrenal. Esos señores de la mafia urbana, quienes no hace mucho tildaban despectivamente a los de las diásporas de “Ajpar”, hoy lisonjean, aceptando a que los “Ajpar” remedien sus aberraciones y soporten resignados y con hidalguía y el consecuente machismo oportunista tradicional de sus dirigentes.
Hoy se nos presenta, particularmente a los de la diáspora, un dilema bastante serio con respecto a la posible abertura de frontera entre Turquía y Armenia, encarado al margen del tema fundamental que nos involucra a todos: el formal reconocimiento del genocidio por parte de los verdugos y el cese de hostilidad de parte de Azerbaidyán contra la población Armenia de Artzaj (Karabaj). ¿No será que Turquía planea introducirse al territorio armenio deslizándose maliciosamente por la vía diplomática a fin de engañar al mundo occidental y a la UE con que trae buenas intenciones y pretende hacer un buen papel? ¿Luego qué…? Para que entre por la puerta grande a mancillar nuestro honor como es su tradicional costumbre y eso, sin que Rusia pudiese intervenir en defensa de la dignidad Armenia como lo ha hecho siempre. Cosa que las diásporas como Papá Noel queden atrancadas en medio de las chimeneas. Claro que resultan atractivas y seductoras las insinuaciones de Turquía, pero no nos olvidemos que se trata de turcos; no son más que nuestros verdugos que asesinaron a nuestros padres y abuelos, a un millón y medio de seres humanos, aún siendo ciudadanos turcos. Son los mismos, pero disfrazados de señores europeos; llevan traje, camisa y corbata y no usan su clásico “tarbush”. No se trasladan montando mulas o pedaleando “caballos sin alma” (bicicletas, en su jerga otomana). Sonríen para disimular su ponzoña y por debajo dejan entrever sus mandíbulas de hiena. Hoy agradecen con “Mercí”: una perla francesa incorporada a la corona del Sultán, gracias a su gran educación y cultura mongoloide.
Armenia, lamentablemente, evidencia tener muchas necesidades, lleva un hambre añejado. Turquía también tiene hambre, pero de masacrar armenios; es una bestia sanguinaria que ya lo saboreo noventa y cuatro años atrás y le quedó el gustito en el paladar.
Digo yo… ¿los de las diásporas qué papel les tocaría de allí en más, si Armenia desaparece bajo la influencia de la Media Luna Otomana? ¿Tendrá algún plan de rescate oculto en la manga, establecido para contrarrestar la intromisión del enemigo en los asuntos privados de Armenia? ¿De qué forma le impediríamos a Turquía violar nuestra identidad, habiendo resistido y subsistido como pueblo desde hace más de noventa años en el anonimato y a la deriva de los caminos?
Sabemos fehacientemente cuál habría de ser la reacción de los vende patrias armenios y qué suerte correría la población de nuestra Tierra Madre bajo los decretos de Turquía y en cuánto tiempo se dejaría de hablar armenio en Armenia. Con un pie en Yerevan, Turquía paralizaría a Artzag en menos que cante un gallo y, ¡Misión cumplida!
Armenia, Tierra Madre, habrá acabado para siempre. Sobre su cadáver seguirán flotando millones de ilusiones frustradas y los sentimientos quebrados de los “Ajpar”.


27/Junio/2009